martes, 14 de abril de 2015

Cuando los niños no duermen del tirón

   Cuando anuncias tu embarazo, uno de los comentarios más típicos que te hacen es “aprovecha y duerme ahora, que luego ya no podrás”, y una como buena primeriza se horroriza y a lo mejor hasta se lo toma al pie de la letra y hace por dormir lo máximo posible durante el embarazo, lo cual no suele ser nada fácil ya que entre las molestias de espalda, piernas, ciática, el barrigón y las ganas frecuentes de orinar, es habitual que no se duerma mucho ni seguido, como si ya el cuerpo te estuviera preparando para lo que está por venir.

    Parece ser que cuando venga tu bebé vas a dormir poco, pero tú aún no sabes muy bien qué quiere decir esto. “¿Querrá decir que me tendré que despertar algunas veces durante la noche? ¿Cuántas veces? ¿Todas las noches? ¿Querrá decir que tendré que madrugar? ¿Y hasta cuándo, días, semanas, meses?... pero dormiré algo ¿no?”

   Bueno, pues es difícil predecirlo con exactitud, cada caso es distinto, pero para hacerse una idea, lo que más se echa de menos es dormir “del tirón”.

   Todo el mundo quiere y espera que su bebé duerma durante toda la noche, o al menos entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana, o aunque sea que duerma 6 horitas seguidas durante la franja nocturna, porque querrá decir que más o menos esto es lo que dormiremos nosotros, y con 6 horas de descanso el cuerpo tira bastante bien. 

   Sabemos que los recién nacidos necesitan comer con frecuencia, y es en las primeras semanas de vida del bebé cuando únicamente resulta hasta preocupante para los padres que duerma muchas horas seguidas, porque son horas que está sin comer, y hasta consultan con los especialistas si es conveniente despertarlos. Pero pasado este tiempo, ya sí todo el mundo hace palmas con las orejas si le toca un bebé dormilón.

   Pero lo más probable es que no te toque, sobre todo si pretendes que tu peque duerma separado de ti, porque la naturaleza los ha dotado de un radar de supervivencia que les hace notar cuándo mamá no está, y para los recién nacidos no hay diferencia entre 2 metros y 2 kilómetros, simplemente mamá no está, no está mi alimento, mi protección y la garante de mi supervivencia, así que vamos a llamarla antes de que un depredador me encuentre aquí solito.

   Lo más normal es que los niños se despierten por la noche entre mucho y muchísimo, para reclamar alimento, presencia materna, porque han tenido una pesadilla, porque tienen sed o ganas de orinar, o sencillamente porque sí. En efecto, algunos despertares no tienen causa alguna, son despertares fisiológicos y el niño aún no ha regulado su mecanismo de sueño y le es difícil dormirse sin ayuda aunque todavía tenga sueño.

   Una cosa que me llamó la atención al tener a mi Gansi fue que lloraba mucho cuando tenía sueño, y yo pensaba: “y si tienes sueño ¿por qué narices no te duermes ya? ¡Si sólo hay que cerrar los ojos!”. Pues nada más que hay que pensar en esas noches en las que una se mete en la cama reventada, con la cabeza martilleante y el cuerpo molido, los ojos escuecen cuando los cierras, y empiezas a dar vueltas en la cama incapaz de conciliar el sueño ahora que tanto lo necesitas. Se pone una hasta de mal humor. Pues esto es muy habitual que les pase a los bebes, que están cansados pero no son capaces de dormirse, y esto les irrita.

   “¿Y entonces cuándo dormirá mi bebé toda la noche? ¿Estos despertares hasta cuándo duran?” Pues agárrate que vienen curvas, pueden durar años. ¿Estás bien Gansa Premamá? Creo que te está dando un vahído...

   Efectivamente, las primeras semanas sin dormir son las más duras, y cuando empiezas a buscar información que te de una esperanza de que eso se va a acabar pronto, descubres que hay mujeres que hace 3 o 4 años que no saben lo que es dormir del tirón, y tratas de tranquilizarte pensando que eso son excepciones, que no tiene por qué tocarte a ti, que no es lo normal, que tu bebé no será así, más que nada porque no crees que vayas a poder sobrevivir dos semanas más así, cuanto más unos años. Incluso dudas de que sea cierto, “¿cómo van a llevar tanto tiempo durmiendo tan poco? ¡estarían ya muertas o se habrían quedado medio lelas! ¡deben estar exagerando!”




   Lo primero, si tu bebé se sigue despertando cuando ya esperabas que no lo hiciera, que no cunda el pánico, no estás sola, ni estás haciendo nada mal, ni tu bebé es rarito o le tiene que pasar algo malo. Lo cierto es que el cuerpo se va habituando a dormir poco, por increíble que parezca. Además, una empieza a encontrar algunos truquillos para sobrellevar esta situación. A continuación te doy algunos consejos:

Qué no hacer:
  • “Uy yo voy a aguantar el tirón, que total se pasará enseguida. Prefiero despertarme las veces que haga falta y levantarme y que así se acostumbre a dormir en su cuna”. ¡Error! Cuanto antes te des cuenta de que no pasa nada por meter al bebé en tu cama, antes empezarás a descansar mejor, que no es lo mismo abrir el ojo y acunar o dar el pecho a tu bebé que tenerte que levantar, cogerle de la cuna (a mí me tenía desriñonada), alimentarle, mecerle, dormirle, cambiarle si procede, esperar a que tenga un sueño tan profundo que no se de cuenta de que lo dejas solo en la cuna, volver a la cama, rezar lo que sepas para que el sueño te invada lo antes posible (lo cual no suele suceder), sentir que te recorre un escalofrío cuando escuchas quejidos justo cuando ya te estabas durmiendo, maldecir en arameo porque se vuelve a despertar, y vuelta a empezar. Y no, después de meses mi bebé no se acostumbró a la cuna, ni aquello se pasó pronto, ya que tras 3 años y medio se sigue despertando.
     
  • “Pues le doy más de comer, le meto los cereales a los 4 meses, le quito el pecho y le doy el bibi”. ¡Error! No se recomienda dar nada más que leche (materna o biberón) antes de los 6 meses de vida, te recuerdo que tu peque no sólo se despierta por hambre, y si crees que con el biberón te dejará descansar mejor te equivocas, aún te echará más en falta, y puede que se sacie más al principio, puesto que la leche de fórmula suele ser más indigesta, aunque las nuevas super leches anticólicos y antireflujos pretenden ser tan digestivas que el niño termina pidiendo de comer con más frecuencia y se elimina el efecto “siestón por hartón”. Te vuelvo a recordar, además, que no sólo se despiertan por hambre.

  • “Pues le dejo llorar hasta que aprenda a dormirse solo”. ¡Error! El llanto prolongado eleva los niveles de cortisol causando posibles daños neurológicos. A dormir no se aprende, igual que no se aprende a comer ni a respirar, ni tampoco a andar, es un proceso evolutivo que surge cuando el niño está neurológicamente preparado, y en cada uno tarda un tiempo diferente.
   Recalco y subrayo que estos consejos están basados en mi experiencia única y personal. Si has encontrado otra solución que a ti te funcione, y sobre todo, con lo que te sientas bien, adelante con ello.

   En mi opinión, lo mejor que se puede hacer es asumir los despertares como algo normal y natural. El colecho ayuda mucho, como ya he dicho, pero hay ocasiones en las que no es suficiente. Incluso durmiendo con tu bebé, puede que tengas que despertarte varias veces durante la noche. Aunque esté a tu lado, sintiendo tu olor y tu calor, tu peque podría seguir rompiendo el silencio de la noche con un llanto desgarrador, porque su desarrollo del sueño esté siendo especialmente dificultoso, o bien porque tenga algún problema de salud.

   Otro consejo que puedo darte es tratar de sincronizar tu sueño con el del bebé. No durante el día, ya que para una persona adulta no siempre resulta sencillo echarse una siesta a mitad de la mañana, aunque si lo necesitas y puedes permitírtelo, mejor para ti.

   Recuerdo que cuando nació mi Gansi el Ganso estaba de vacaciones, así que no le apetecía irse a la cama temprano y quería trasnochar, ver una peli, jugar a un videojuego y todas esas cosas que no se pueden hacer en víspera de días laborables. Pero si había un momento del día en que mi peque dormía 2 o 3 horas seguidas era entre las 9 y las 12 de la noche, o a veces, con suerte, entre 8 y 12, y era esa la hora a la que me apetecía acostarme, por muchas ganas que tuviera de ver el último estreno o el peliculón de la semana. “Querido Ganso, puede que tú estés de vacaciones, pero yo he tenido un bebé y necesito descansar, además, mi despertador particular me toca mañana entre 7 y 8” (hora a partir de la cual por más que lo intentara ya mi Gansi no se dormía más).

   Me acuerdo también que yo solía decir “no me importaría dormir sólo 4 o 5 horas, con tal de que fueran ininterrumpidas”, y es que mi sueño era así, a microsiestas, y muy insuficiente, y sólo comenzó a mejorar mi descanso el día que asumí que aquello iba para largo y que tanto mi peque como yo descansaríamos mejor durmiendo juntos.

 El Kamasutra del colecho, encontrado en https://ypapatambien.wordpress.com (por cierto, web recomendada)

viernes, 3 de abril de 2015

Reflexiones sobre cuentos infantiles



   Con mi Gansi he leído muchos, pero que muchos cuentos, y me he dado cuenta de que las actuales historias para niños han cambiado con respecto a hace años. Los cuentos que se crean hoy en día ya no son como antes, incluso los cuentos de siempre han experimentado reformas.

   Esto último habrá a quien no le parezca bien, y defienda los clásicos como algo inamovible, pero mira tú que yo sí lo veo. La finalidad de los cuentos infantiles es entretener y transmitir unos valores, y en algunos casos aleccionar con una moraleja, más o menos metafórica y más o menos difícil de comprender a ciertas edades. Si los tiempos cambian, es lógico que los cuentos cambien también.

   Si antiguamente los cuentos buscaban que los niños no se adentraran solos en el bosque porque literalmente se los comía el lobo, con el tiempo el “lobo” empezó a ser una metáfora de cosas con las que tener cuidado o de personas de las que desconfiar.

   Igualmente, las fábulas no siempre han sido para niños, si no, fijémonos en la historia original de la sirenita, en la que el príncipe se casa con otra y ella se disuelve en espuma, o la bella durmiente, que es violada por el príncipe mientras duerme y la deja embarazada de gemelos.

   Los cuentos antes eran más gore. Cuando se contaba el cuento de los 3 cerditos, el lobo terminaba gritando de dolor mientras era hervido dentro de la olla que había al fuego, y en las versiones que he leído recientemente, como mucho se quema el culete con las brasas y sale corriendo. ¿Quién contaría hoy en día a sus hijos el cuento de la cenicienta diciéndoles que las hermanastras se rebanan los talones para que les quepa el zapatito?

   ¿Quiere decir que edulcoramos en exceso los cuentos para sobreproteger a nuestros hijos? Yo personalmente no lo veo así. Creo que todo depende de la finalidad que se persiga, y de la edad a que vayan dirigidos. El objetivo es que los niños entiendan la importancia del trabajo bien hecho, y que a los cerditos vagos estuvo a punto de comérselos el lobo, realmente lo que le pase al lobo al final no es tan relevante, no hace falta que tenga una muerte agónica.

   También se reivindica mucho el cambio en los cuentos de princesas que se quedan esperando a que las salve un apuesto príncipe con el que finalmente se casan, o aquellos en los que la princesa es el trofeo con el que el rey premia al héroe. Y probablemente estas versiones sean históricamente más acertadas, ya que el rol de la mujer en tiempos como los de la edad media o hace un par de siglos era más parecido a éste. Hoy en día el papel de la mujer en la sociedad ha cambiado, y esos nuevos valores son los que queremos transmitir, sobre todo a las niñas, a través de las historias. Lo cual no quiere decir que las niñas no puedan jugar a ser princesas o lo que ellas quieran, sólo que ese juego no tiene por qué limitarse a estar monas y ser dulces y hacendosas.




   Porque de los cuentos se aprende, al final su mensaje cala. Lo único es que a veces es complicado interpertarlo y sólo se empieza a hacer con cierta edad. Por eso a medida que uno va creciendo va interpretando las historias de otra forma, y se va fijando en detalles en los que antes no se fijaba. La inocencia de los niños no da tanta importancia a cosas que luego de mayores nos parecen hasta graves.

   Cuando yo veía la Bella y la Bestia me parecía una historia preciosa: la belleza está en el corazón... ¡menos si eres mujer! Entonces tienes que ser la más guapa del pueblo, pero al menos te gusta leer, así que no eres sólo una cara bonita, aunque muy espabilada tampoco porque te quedas a vivir con el monstruo que ha secuestrado a tu padre, pero bueno, en el fondo es majo.

   Es por estas cosas por las que me gusta mucho más la película de Shrek, aunque también tiene sus fallos, y es que si nos ponemos a analizar con lupa todos los cuentos y dibujos animados, especialmente los de Disney, no se salva ni uno, pero por lo menos algunos no son tan descarados y, me atrevería a decir, subliminalmente peligrosos, en lo que a valores respecta, para el público infantil. A mi peque, por ejemplo, le encanta la película de Brave, en la que la protagonista no es la típica princesa y ni siquiera hay príncipe o romance, y Frozen tampoco estaría mal si no nos la metieran hasta en la sopa.

   Otro cuento que nunca he entendido, y si alguien lo entiende, por favor que me lo explique, es el del patito feo. Resulta que está bien que todos le hagan bulling al patito porque es feo, y luego cuando crece y ven que es guapo entonces se disculpan. Ah, perdón, si llego a saber que no es que fueras feo, sino que eras un cisne no me hubiera metido contigo. Ahora, los patitos feos que crecen y siguen siendo feos, con esos sí nos podemos meter. ¿Y eso qué les enseña a nuestros hijos? “No te preocupes cariño, si hoy se meten contigo en el futuro serás un triunfador, sólo tienes que aguantar el tirón”. Pues no señores, meterse con los demás no está bien, ni dejar que se metan contigo con la esperanza de que algún día triunfes y los puedas mirar a todos por encima del hombro.

   Por estas cosas estoy a favor de que adapten los clásicos. Que la princesa se enfrente al dragón, que los protagonistas no caigan fulminados de amor nada más verse y vayan corriendo a casarse, que no hay por qué matar a la bruja, que en este país no se practica la pena de muerte, y que lo que una mujer necesita para ser feliz no es casarse.

   Y para echarnos unas risas, aquí dejo un par de “trailers honestos” de clásicos Disney.