Con mi Gansi he leído muchos, pero que
muchos cuentos, y me he dado cuenta de que las actuales historias
para niños han cambiado con respecto a hace años. Los cuentos que
se crean hoy en día ya no son como antes, incluso los cuentos de
siempre han experimentado reformas.
Esto último habrá a quien no le
parezca bien, y defienda los clásicos como algo inamovible, pero
mira tú que yo sí lo veo. La finalidad de los cuentos infantiles es
entretener y transmitir unos valores, y en algunos casos aleccionar
con una moraleja, más o menos metafórica y más o menos difícil
de comprender a ciertas edades. Si los tiempos cambian, es lógico que los cuentos cambien también.
Si antiguamente los cuentos buscaban
que los niños no se adentraran solos en el bosque porque
literalmente se los comía el lobo, con el tiempo el “lobo”
empezó a ser una metáfora de cosas con las que tener cuidado o de
personas de las que desconfiar.
Igualmente, las fábulas no siempre han
sido para niños, si no, fijémonos en la historia original de la
sirenita, en la que el príncipe se casa con otra y ella se disuelve
en espuma, o la bella durmiente, que es violada por el príncipe
mientras duerme y la deja embarazada de gemelos.
Los cuentos antes eran más gore.
Cuando se contaba el cuento de los 3 cerditos, el lobo terminaba
gritando de dolor mientras era hervido dentro de la olla que había
al fuego, y en las versiones que he leído recientemente, como mucho
se quema el culete con las brasas y sale corriendo. ¿Quién contaría
hoy en día a sus hijos el cuento de la cenicienta diciéndoles que
las hermanastras se rebanan los talones para que les quepa el
zapatito?
¿Quiere decir que edulcoramos en
exceso los cuentos para sobreproteger a nuestros hijos? Yo
personalmente no lo veo así. Creo que todo depende de la finalidad
que se persiga, y de la edad a que vayan dirigidos. El objetivo es que los niños entiendan la
importancia del trabajo bien hecho, y que a los cerditos vagos estuvo
a punto de comérselos el lobo, realmente lo que le pase al lobo al
final no es tan relevante, no hace falta que tenga una muerte
agónica.
También se reivindica mucho el cambio
en los cuentos de princesas que se quedan esperando a que las salve
un apuesto príncipe con el que finalmente se casan, o aquellos en
los que la princesa es el trofeo con el que el rey premia al héroe.
Y probablemente estas versiones sean históricamente más acertadas,
ya que el rol de la mujer en tiempos como los de la edad media o hace
un par de siglos era más parecido a éste. Hoy en día el papel de
la mujer en la sociedad ha cambiado, y esos nuevos valores son los
que queremos transmitir, sobre todo a las niñas, a través de las
historias. Lo cual no quiere decir que las niñas no puedan jugar a
ser princesas o lo que ellas quieran, sólo que ese juego no tiene
por qué limitarse a estar monas y ser dulces y hacendosas.
Porque de los cuentos se aprende, al
final su mensaje cala. Lo único es que a veces es complicado
interpertarlo y sólo se empieza a hacer con cierta edad. Por eso a
medida que uno va creciendo va interpretando las historias de otra
forma, y se va fijando en detalles en los que antes no se fijaba. La
inocencia de los niños no da tanta importancia a cosas que luego de
mayores nos parecen hasta graves.
Cuando yo veía la Bella y la Bestia me
parecía una historia preciosa: la belleza está en el corazón...
¡menos si eres mujer! Entonces tienes que ser la más guapa del
pueblo, pero al menos te gusta leer, así que no eres sólo una cara
bonita, aunque muy espabilada tampoco porque te quedas a vivir con el
monstruo que ha secuestrado a tu padre, pero bueno, en el fondo es
majo.
Es por estas cosas por las que me gusta
mucho más la película de Shrek, aunque también tiene sus fallos, y
es que si nos ponemos a analizar con lupa todos los cuentos y dibujos
animados, especialmente los de Disney, no se salva ni uno, pero por
lo menos algunos no son tan descarados y, me atrevería a decir,
subliminalmente peligrosos, en lo que a valores respecta, para el
público infantil. A mi peque, por ejemplo, le encanta la película
de Brave, en la que la protagonista no es la típica princesa y ni
siquiera hay príncipe o romance, y Frozen tampoco estaría mal si no
nos la metieran hasta en la sopa.
Otro cuento que nunca he entendido, y
si alguien lo entiende, por favor que me lo explique, es el del
patito feo. Resulta que está bien que todos le hagan bulling al
patito porque es feo, y luego cuando crece y ven que es guapo
entonces se disculpan. Ah, perdón, si llego a saber que no es que
fueras feo, sino que eras un cisne no me hubiera metido contigo.
Ahora, los patitos feos que crecen y siguen siendo feos, con esos sí
nos podemos meter. ¿Y eso qué les enseña a nuestros hijos? “No
te preocupes cariño, si hoy se meten contigo en el futuro serás un
triunfador, sólo tienes que aguantar el tirón”. Pues no señores,
meterse con los demás no está bien, ni dejar que se metan contigo
con la esperanza de que algún día triunfes y los puedas mirar a
todos por encima del hombro.
Por estas cosas estoy a favor de que
adapten los clásicos. Que la princesa se enfrente al dragón, que
los protagonistas no caigan fulminados de amor nada más verse y
vayan corriendo a casarse, que no hay por qué matar a la bruja, que
en este país no se practica la pena de muerte, y que lo que una
mujer necesita para ser feliz no es casarse.
Y para echarnos unas risas, aquí dejo
un par de “trailers honestos” de clásicos Disney.
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