Todos pasamos por momentos en los que,
por la razón que sea, nos apetece comer más, otros en los que nos
apetece comer menos, y otros en los que no tenemos ni pizca de
hambre. Pues los niños no iban a ser menos, solo que a veces se nos
olvida.
Incluso si tenemos presente esta idea,
el día que el peque esta “desganado” no podemos evitar pensar
que algo anda mal, porque muchas enfermedades y dolencias vienen
acompañadas de pérdida de apetito, y si descartamos esto y el niño
está sanito, corremos el riesgo de caer en la afirmación de que nos
está vacilando con la comida.
Yo personalmente no estoy a favor de
obligar a los peques a comer, ni forzarlos de ninguna manera, porque
si no comen, por alguna razón será, desde que estén empachados, a
que sencillamente no les guste la comida y tomen lo justo para saciar
el apetito. Porque seamos sinceros, si nos ponen por delante un plato
de comida que no nos gusta (y todo el mundo tiene alguna) o no nos la
comemos, o comemos lo justo, pero lo que es seguro es que no nos
vamos a atiborrar.
Pero los padres, en nuestro lógico
afán porque nuestros peques tomen una alimentación lo más completa
y equilibrada posible, recurrimos a nuestro ingenio para tratar de
hacer más atractiva esa comida que tiene tan mala pinta, o camuflar
un poco ese sabor que no les es tan agradable. Y cuando el ingenio se
acaba o no está presente, caemos en la tentación de obligar,
coaccionar y chantajear a nuestra criatura, por supuesto pensando
siempre que el fin justificará los medios.
O simplemente puede suceder que no
calculemos sus necesidades alimenticias y pensemos que debería comer
una cantidad superior a la que necesitan, y esto ocurre mucho cuando
se trata de niños muy menuditos y a veces nerviosos, y es natural que
sus padres se preocupen y se encierren en la idea de que si no están
todo el rato recordándole a su peque que tiene que comer, éste les
va a caer en la inanición, pero esto no sucede así, sólo hay que
tener un poco de confianza en nuestros hijos, aunque en muchas
ocasiones puede suponer un complicadísimo acto de fe.
Pero a lo que voy es a lo contrario, a
esos momentos en los que los niños, incluso los que normalmente
parece que se alimenten del aire, de repente devoran todo lo que se
les pone por delante.
Y es que, aparte de los condicionantes
de apetito que tienen en común con los adultos, los niños tienen
además el de su propio crecimiento, que no se produce siempre al
mismo ritmo, sino que va más lento en algunas épocas y más rápido
en otras, lo que se conoce como “estirones”.
Imagen de: http://cronicassepelaci.blogspot.com.es/2010_06_01_archive.html
Pues estos picos de crecimiento que
aumentan sus necesidades alimenticias les vienen sucediendo desde el
mismo nacimiento, aunque supongo que incluso antes, lo que sucede es
que no nos damos cuenta de ello, y se afrontan de manera diferente
según el tipo de alimentación que demos a nuestro bebé.
Algunas madres (y padres) que alimentan
a sus bebés con biberón de leche artificial siguen a rajatabla el
horario y las cantidades según peso y/o edad que les haya
recomendado su pediatra/madre/amiga/vecina/el propio bote de leche en
polvo/etc, así que su peque tendrá épocas en las que andará todo
el día hasta la bola de leche, porque su madre insistirá con el
bibe hasta que se lo termine todo (“¡qué malo es para comer este
niño!”) y otras en las que le sabrá a poco y tendrá que pasar
hambre (y probablemente llorar) hasta la siguiente toma (“¡es que
todavía no le toca!”).
Otros niños alimentados con biberón
lo reciben más a demanda, de manera que siempre les tiene que sobrar
algo de leche, que si es mucha, el siguiente bibe se hace con menos
cantidad, y si se lo tomaron entero el siguiente bibe llevará más
leche, y así se va adaptando la ingesta a las necesidades
alimenticias.
Para los niños que toman pecho el
mecanismo es el mismo, pero algo más complicado, porque será el
cuerpo el que tendrá que aumentar la producción, y para ello habrá
que aumentar también el estímulo. Por eso habrá épocas en las que
nuestro bebé haga tomas más espaciadas, y casi con un horario de
cada 2 o 3 horas, y muchas otras épocas en las que parece que sólo
hiciera 5 minutos desde su última toma (y puede que sí que los
haga).
Son estas épocas las que, si nadie nos
lo previene, nos pueden llevar a pensar a las madres que nos hemos
quedado sin leche porque nuestro bebé se queda con hambre, y caemos
en soluciones contraproducentes como tratar de espaciar las tomas o
sustituirlas por un suplemento de leche artificial, alias la “ayudita
que no ayuda”, cuando lo que necesitamos es justo lo contrario,
poner a nuestro peque al pecho lo más constantemente posible para
que la producción se adapte cuanto antes.
A estos picos de crecimiento que tienen
los bebés alimentados con leche materna se les llama también "crisis
de lactancia". Os dejo unos enlaces en los que se explica muy bien lo
que sucede en estos casos en los que, incluso los bebés que antes
mamaban con la puntualidad de un reloj, de repente tienen épocas que
no paran de pedir teta, están como inquietos, apenas duermen y sólo
se calman al pecho.
Algunos de estos brotes de crecimiento
se manifiestan de manera distinta, dándose el caso de que el bebé
no pide pecho tan a menudo o pareciera que hasta lo rechazara, o hace
tomas muy cortas, e incluso disminuyen sus deposiciones.
Y si además llegamos a los 3 o 4 meses
de lactancia, en los que es frecuente que la madre se note el pecho
blando, o que ya no se le llena como antes, parece que sólo hubiera
que sumar 2+2 para ver que ya no hay leche, pero nada más lejos de
la realidad.
Imagen de:http://id-id.fb.me/pages/Mam%C3%A1-Peloti/595082820553263?ref=stream
En esos mismos enlaces tenéis consejos
para superar o sobrellevar estas crisis, que pueden llegar a ser
exasperantes, sobre todo si no sabemos muy bien qué es lo que está
pasando. Lo principal que hay que hacer es mantener la calma, confiar
en que todo pasará (porque se pasan), y sobre todo, atender a las
demandas alimenticias de nuestro bebé, por muy frecuentes que sean,
cuando así lo sean, y no insistir demasiado para no llevar a rechazo
en los momentos en los que sean más espaciadas, siempre vigilando
que no exista ningún otro problema de salud subyacente, y que las
deposiciones, aunque en algún momento disminuyan, sean siempre
suficientemente abundantes.
Y posts como éste son los que me
hubiera a mí gustado leer en esos inicios de mi maternidad, porque
estas cosas, por desgracia, hoy en día no son las que se suelen
comentar entre las madres, y a muchas nos pillan por sorpresa y nos
desconciertan bastante, así que espero de todo corazón que a
alguien le sea de utilidad.
deberías haber empezado de una vez con el tema, todo el inicio del artículo puede desanimar al lector. Por poco y no leo lo importante. Gracias pensé que se me estaba acabando la leche
ResponderEliminarSi a veces me enrollo un poco es verdad jajaja. Lo tendré en cuenta.
EliminarMuchas gracias por el aporte.
No sabes cuanto me alegro que te haya servido!
deberías haber empezado de una vez con el tema, todo el inicio del artículo puede desanimar al lector. Por poco y no leo lo importante. Gracias pensé que se me estaba acabando la leche
ResponderEliminarGracias. Mi pequeña de mes y medio está con brote de crecimiento y me has tranquilizado mucho. Saludos!
ResponderEliminarMe alegro muchísimo de haberte ayudado!
EliminarEnhorabuena por tu peque!
Y gracias por comentar
Un saludo
Gracias. Mi pequeña de mes y medio está con brote de crecimiento y me has tranquilizado mucho. Saludos!
ResponderEliminarBelen
ResponderEliminarMi peque tuvo una crisi al dia 18-19 de nacer y hoy dia 24 esta con otra. Es posible q sean tan seguidas??? . Mil gracias de antemano
Creo que los periodos de crisis de lactancia que se establecen son más bien orientativos. Cada bebé es diferente. Podría ser otra crisis, podría tener alguna molestia o gases... ante la duda mucha teta!
EliminarGracias por comentar!
Felicidades por tu bebé!