jueves, 28 de mayo de 2015

Culpabilidad de madre

   Cuando te vuelves mamá, te encuentras de repente con un sentimiento que nunca antes habías experimentado tanto y tan a menudo: la culpabilidad, te sientes culpable por cosas que antes ni imaginabas, y lo peor es que solemos rehusar compartir esa culpa, la queremos todita para nosotras.

   Nos sentimos responsables de todo cuanto le pase a nuestros peques, de todo lo que no les pase y de cada lágrima que derramen, al fin y al cabo, les hemos puesto en este mundo y están a nuestro cuidado, toda protección es poca.


 Imagen de http://internetaula.ning.com/profiles/blogs/contra-la-sobreprotecci-n



  Quizá esto haya quien lo viva con diferente intensidad, yo voy a contar mi caso, y personalmente no es que me sintiera mal por cada cosa negativa que tuviera que experimentar mi peque, la cosa va mas allá, me sentía directamente causante de ello. Hasta el más mínimo resfrío de mi criatura lo había causado yo, por no abrigarle, por abrigarle demasiado, por haberle sacado a la calle, por haberle dejado jugar junto al niño de los mocos. Recuerdo cuando mi Gansi era bebé (qué lejos parece a veces que quede aquello), y estábamos en la consulta del médico, yo miraba a las señoras mayores que le hacían cucamonas y le sacaban la lengua a mi peque y pensaba: “seguro que me juzgan en silencio, seguro que aquella de allí piensa que ella tuvo cinco hijos y nunca le enfermó ninguno porque ella sí que los sabía cuidar”, y el caso es que de hecho siempre va a haber alguna “supermadraza” con sus nenes ya bien creciditos que presume de que sus peques nunca se cayeron o nunca se rompieron un hueso, o apenas se les ponían malitos, y claro, el mérito es todo suyo.

   Sé que esto da para otra entrada, pero hay a veces ciertas señoras mayores que son de lo peor, porque como tu estilo de crianza difiera en algo del suyo te estás equivocando porque sus hijos ya son mayores y están perfectamente. Que yo no digo que no se pueda estar “perfectamente”, por poner un ejemplo, habiendo tomado 10 minutos de cada pecho cada 3 horas exactas, cosa que al final siempre acababa derivando en la ayudita, que cada vez es más hasta que “oh, vaya, me quedé sin leche, justo a los 2, 3 o como máximo 6 meses”.

   Lo que quiero decir es que no siempre el no hacer las cosas de la mejor manera que se acaba conociendo quiere decir que vayamos a tener consecuencias desastrosas, lo más probable es que nuestros bebés crezcan bastante sanos y normales, pero esto no quiere decir que no se pudieran haber hecho las cosas mejor, o que hubieran tenido una infancia algo mejor, más relajada o más feliz, (que no quiere decir que no fuera buena tal y como fue).

   A lo que voy, que me enrollo como las persianas y me pierdo, es que las madres siempre hacemos lo que creemos que es mejor para nuestros peques, en función de nuestras propias vivencias y creencias, y de la información con la que contemos en ese momento, y si más tarde descubrimos algo que podríamos haber hecho mejor, de haber sabido lo que antes no sabíamos, nos invade una vez más la culpabilidad.

   Este sentimiento a veces lo sufrimos en silencio y otras veces rehuimos de él y nos ponemos en modo defensa, sobre todo cuando quien nos inspira la duda que nos lleva a la culpabilidad es otra persona. A ver quién es la guapa que le dice a la señora de antes que no es bueno dejar llorar a los niños, que en el mejor de los casos te contesta: “esos son tonterías modernas de ahora, porque los míos lloraron y están perfectamente”, y se indigna viva porque cree le estás insinuando que hizo algo mal con sus hijos, que no los quería lo suficiente o que no se preocupaba lo bastante como para haber sabido eso, o que no es buena madre... ¡válgame!

   Esto es lo que les pasa a muchas madres que dan el biberón cuando les dices que la lactancia materna es lo mejor, y las defensoras de la lactancia materna a veces nos extrañamos de que se reboten como si les acabaras de escupir, cuando no hacemos más que señalar una verdad científicamente demostrada. Y aquí se evidencia una vez más que es ultra importante respetar la decisión de la madre. Si te pide consejo, o está embarazada o quiere dar el pecho y tiene alguna dificultad en que le puedas ayudar, háblale de todas las bondades de la lactancia materna, pero en caso contrario, mejor callárselas, porque es probable que ya las sepa, y las circunstancias que la han llevado a no optar por ella son sólo suyas y no le debe explicaciones a nadie, y las madres ya nos sentimos bastante culpables por todo lo que se refiera a nuestros peques como para que nos estén recordando a diario que no le estamos dando a nuestro bebé el alimento más óptimo.

   Y en defensa de las señoras de antes he de decir que muchas veces no es que digan nada, o dicen menos de lo que yo interpreto, porque no sé si le pasará a otras mamás, pero a mí la culpabilidad a veces me lleva a la paranoia, a sentirme juzgada cuando nadie está juzgándome ni insinuando nada, pero eso es lo que tiene la opinilogía y el dar consejos no solicitados a alguien con las emociones a flor de piel por culpa de las hormonas y de la inseguridad de toda primeriza (aunque se ven primerizas que parecen expertas, pero de esto ya hablaré otro día).

   Así que si estás a punto de ser mamá, prepárate para sentirte culpable como nunca en tu vida, culpable si tu peque: duerme poco, duerme mucho, tiene gases (¡no le pones a eructar suficiente!), no hace caca, llora (por lo que sea), no quiere comer (¡no le gusta tu leche o la comida que preparas!), tiene mocos (¡por tu culpa se resfrió!), se ha dado un golpecito (¡con la única parte de la casa que no forraste de gomaespuma!), tuvo una pesadilla (¿qué hiciste, qué dijiste, qué le dejaste ver?), ha heredado tus orejas de soplillo (¡genética cruel!), ha tropezado (¡no le pusiste zapatos o le pusiste unos inadecuados, seguro!), le picó un mosquito, y un interminable etcétera, y será todo culpa tuya y de nadie más, tú eres su madre, es que ni al padre vamos a dejarle una migaja de culpa, toda para tí, y muchas veces pensarás: “bueno, en el fondo no es culpa mía, al menos, no sólo mía”, o “es que tiene que vivir todas estas experiencias, no le puedo meter en una burbuja”, pero en el fondo seguirás sintiendo ese pellizco.

  Lo mejor es intentar convivir con este sentimiento, aceptarlo como algo normal, una de estas cosas que vienen de regalo con la maternidad y de las que nadie te previno, y no dejar que te arrastre, intentar mantener la objetividad, y darte un respiro de vez en cuando. Recuerda que amas a tu peque con toda tu alma, y que todo lo que hayas hecho ha sido porque en ese momento creías que era lo mejor, dada la información y los medios de que disponías, que tienes derecho a cometer errores por muy atenta que quieras estar, que la sobreprotección no es buena, y hay cosas que ocurren sin que podamos evitarlas.



jueves, 21 de mayo de 2015

¿Se puede elegir el sexo del bebé?

   ¿A qué embarazada no le han preguntado, al anunciar su preñez, si prefería que su bebé fuera niña o niño? Ya de por sí la pregunta me parece un poco improcedente, ya que la mayor preocupación de unos padres es que su bebé nazca y que esté sano, lo de si es niño o niña suele ser irrelevante, lo van a querer igual. Aunque sí es cierto que, aparte de que en el mundo tiene que haber de todo, hay familias a las que les haría especial ilusión un sexo u otro, por ejemplo, esta a madre de 6 varones casi le da un infarto de la alegría que le entró cuando se enteró de que esperaba una niña.




   Antiguamente el hijo varón era una bendición, era el que mantenía el apellido y posiblemente el que continuaba con el negocio familiar. En el caso de la familia real, era el heredero. La mujer se sentía en la obligación de darle a su marido un hijo varón, como si dependiera de ella, e inclusive llegaba a disculparse si finalmente era niña.

   Cuando yo nací, los parientes del pueblo de mi padre se alegraron por él, pero era en plan “bueno, no pasa nada, el próximo será el varoncito”, y al nacer mi hermana a poco le dieron el pésame. Y es que se da por sentado que el que tiene un niño querrá que el siguiente sea niña y viceversa, para tener la parejita, sobre todo desde que se empezó a extender la condición de tener dos hijos de media por pareja, así que si te venían dos del mismo sexo ya te resignabas con eso, o a lo mejor se encargaba un tercero, y se solía pensar que era porque iban a por el niño o la niña según el caso.

   Pero pese a esto hay muchas personas que prefieren que todos sus vástagos sean del mismo género, para aprovechar la ropa o simplemente porque tengan entre ellos esa complicidad especial que se tiene, por ejemplo entre hermanas.

   Y en caso de preferir un bebé niño o niña... ¿Realmente es posible? ¿Hay alguna manera de elegir el sexo de nuestro bebé? ¿Hay algún método para tener un “bebé a la carta”?

   Pues conozco varios, que ahora os voy a contar, pero sobre algunos de ellos opino lo mismo que sobre los métodos de predicción del sexo del bebé una vez que la mujer está embarazada: que si funcionan es porque tienen el 50% de probabilidades de acertar, y 50 es mucho, oye o aciertas o fallas, o es niño o niña, no hay más.

   Ya sabéis a qué métodos predictivos me refiero: la forma de la barriguita, los síntomas de la embarazada (molestias, manchas, vello, náuseas, ardores), el método de sentarse en una silla que tiene un cojín en el que debajo puede haber un cuchillo (sería niño) o si te sientas en el otro que tiene debajo unas tijeras es que es niña, la aguja anudada al hilo o cadenita que hace sobre la mano movimientos pendulares si es niño o en círculo si es niña, cerrar el puño y si al lado del meñique nos sale un pliegue que sobresale tendremos un niño...y muchos más métodos sin base científica alguna, y que como ya he dicho, funcionan al 50% de probabilidades.

   Pues bien, los métodos que conozco para concebir a la carta son los siguientes:

   La Tabla china. No sé de qué año data, ni si realmente es china, japonesa, koreana o indonesia (es más, yo pensaba que nuestro calendario por meses venía de los romanos, no de los chinos, que tienen otro diferente), y en ningún momento pretendo poner en duda la sabiduría ancestral asiática, pero se trata de una tabla que te dice que según el mes del año en que concibas y la edad que tengas en ese momento tendrás niño o niña. Para empezar, no se explica cómo se da el caso de mellizos de distinto sexo, y ya he conocido casos en que esta predicción ha fallado, y sí, hemos contado con el dato de que lo que hay que mirar es la “edad lunar” de la mujer. Pero ¿cómo va a influir en absoluto el mes de la concepción? Las condiciones ambientales de un mismo mes son distintas según el punto del planeta en el que estemos, por no hablar de lo que varían los datos astrológicos, y bueno, no me voy a poner a buscar todos los datos científicos que desmontarían esta teoría, porque seguro que algo encuentro que la ciencia no es capaz de explicar, pero a mí realmente no me parece que tenga mucha lógica. También hay una Tabla Maya, que se basa en la misma premisa de la edad y el mes de concepción, y resulta que ambas tablas no coinciden en algunos puntos, así que en éstos sería algo así como chinos vs mayas ¡fight!


 Tabla china del embarazo


Tabla maya


   El momento de la concepción. Se dice que los espermatozoides masculinos son más rápidos e inestables que los femeninos, ya que el cromosoma X (femenino) es más grande y pesado que el Y (masculino). Mira, por lo menos éste le trata de buscar la explicación científica. Si esto fuera así, los espermatozoides masculinos serían los primeros en llegar al óvulo, y si aún no hemos ovulado, también morirían los primeros dejando paso a los a los femeninos. Por tanto, si concebimos el mismo día de la ovulación tendríamos niño y si lo hacemos un par de días antes tendríamos niña. Seguro que conocéis a alguien que asegura que concibió el mismo día de la ovulación y tuvo niña, o alguien que concibió una semana antes de su supuesta fecha de ovulación, pensando que estaba en su momento no fértil, y los pocos días se le adelantó la ovulación y de la “escurriaja” de espermatozoides que según este método debía quedar para entonces (supuestamente todos femeninos), el óvulo lo pilló uno masculino.

   La alimentación (método Baretta). Parece ser que una determinada alimentación podría hacer la membrana del óvulo más permeable a espermatozoides femeninos o masculinos, además de modificar el pH de la mucosa vaginal haciéndolo más propenso a la supervivencia un tipo de espermatozoide u otro. Según este método, una proporción elevada de potasio y sodio en la dieta, acompañada de una disminución del calcio y el magnesio, favorece los espermatozoides Y, es decir,la concepción de un niño, y lo contrario para niña. La verdad es que por muy cierto que sea esto, habría que llevar a cabo una dieta muy especial y estricta, que no estoy segura de que fuera saludable de mantener mucho tiempo.

   Selección de embriones. Éste para mí es el método más heavy, porque sí que funciona sin que nadie lo pueda poner en duda, pero lo de seleccionar embriones a mí personalmente me da muy mal rollo, aunque respeto a quien lo haga por los motivos que sea, especialmente si son relacionados con la salud.

   Y ahora la pregunta del millón: si pudieras elegir con total garantía de acierto el sexo de tu bebé... ¿lo harías o lo dejarías al azar?



viernes, 15 de mayo de 2015

Probando los productos de Vidatest

   Al hilo de la entrada de la semana pasada sobre aumentar las probabilidades de concepción, y recordando aquella entrada que publiqué hace un tiempo sobre los tipos de test de embarazo, quería contaros que he tenido la oportunidad de probar los productos de vidatest.

   No es que esté buscando un embarazo en este momento, pero me ha parecido una genial ocasión para descubrir y valorar esta tienda online.

   Como ya os comenté, existen alternativas muy económicas a los test de embarazo y ovulación de la farmacia, como serían los test de tiras que se pueden pedir, por ejemplo, a través de ebay. Una de las pegas que tienen estos test es que suelen venir de Asia y tardan mucho tiempo en llegar, de forma que se aconseja pedirlos con un par de meses de antelación (vamos, que no son para una urgencia).


 Test de tira

   Esta es una de las razones por las que me parece interesante la opción de vidatest, ya que ofrece test muy económicos y el plazo de entrega es rapidísimo (en un par de días los tienes en tu casa).

   Otra cosa que me parece interesantísima para una mujer en búsqueda activa de embarazo, es la variedad de productos que ofrecen. Se puede encontrar de todo lo que una puede necesitar para llevar a cabo un proyecto bebé, desde termómetros para registrar nuestra temperatura basal y así poder seguir el método sintotérmico y conocer nuestros días fértiles, hasta geles lubricantes para la sexy week (aunque yo siempre había pensado que estos geles no se llevaban muy bien con el esperma, así que la que lo vaya a usar que se informe bien antes), pasando por test de ovulación y por supuesto test de embarazo. Tienen hasta ambientadores especiales y anillos vibradores, para que te lo pases recontrachupi en caso de que la búsqueda se te esté haciendo larga y pesada.

   Si lo prefieres puedes comprarte un pack de varios productos. Yo concretamente probé éste: 


 http://www.vidatest.com/es/ofertas-en-test-de-fertilidad-/105-32-test-de-ovulacion-3-test-de-embarazo-ms.html

   Aquí hay material para buscar un embarazo durante al menos 3 ciclos, incluyendo test de ovulación suficientes como para asegurarte de que cazas el momento exacto en que sale el ovulín, y 2 tipos de test de embarazo, de cassette y de lápiz.

    En cuanto a la calidad de los productos, no voy a decir que es exactamente igual a si te compras unos test de la farmacia de marca que te cuestan un pastón, pero son muy competentes. Los test de ovulación funcionan perfectamente, y en cuanto a los de embarazo, los de cassette son los típicos unitest, así que son iguales a cualquier otro test de este tipo que puedas adquirir en otra parte, con su “defecto” de la línea de evaporación (que no siempre aparece, claro está, pero de aparecer se puede confundir con un positivo muy leve), pero bueno, como suelen venir siempre varios (no vas a hacer un pedido para un sólo test evidentemente, de hecho creo que el mínimo son 4), pues en un par de días confirmarías. Yo alguna vez me he dejado la pasta en un test de farmacia y me ha salido esa dichosa línea y he maldecido sapos y culebras porque no me terminaba de dejar tranquila el resultado y tenía que gastarme los cuartos otra vez.

   Los test de cassette que se venden aquí son de alta sensibilidad (10 mlU) mientras que los de lápiz son de 25 mlU.


 Test de caja o cassette

Test tipo lápiz (no digital)


   La ventaja de los test de caja o cassette y de los test de lápiz con respecto a los de tira es que son mejores para guardarlos de recuerdo en caso de lograr el positivo (aunque no se sabe, hay quien le sale un negativo que ya le gustaría enmarcarlo de la alegría que le da). Los de lápiz son algo más caros y de menor sensibilidad, pero para este fin de guardarlos de recuerdo (una vez que ya tengamos el positivo en uno de caja, por ejemplo) son algo más monos.

   Y es que de nuevo os vuelvo a recalcar la importancia de que una mujer en edad fértil tenga por casa un par de test de embarazo, incluso si no lo está buscando, porque por estos precios (en el caso de vidatest, un euro o menos la unidad, según también lo que pidas) no nos quedamos con la duda, que luego se ven cosas como ésta:




  Y hablando más en serio, no tiene sentido perder el tiempo preguntando en foros si teniendo tal y cual síntoma después de un descuido puedes estar embarazada cuando por unos céntimos sabes ya la respuesta.

   Lo que me lleva a valorar el precio de estos tests. ¿Se pueden encontrar más baratos? La respuesta es que sí, pero probablemente tardarán mucho más en llegar y el vendedor no te ofrecerá las mismas garantías. En este caso, hay que tener en cuenta que al precio que aparece hay que sumarle los más de 3 euros de gastos de envío, pero aún así, si te pones a comparar lo que te costaría en la farmacia, ahorras una pasta. Además la opción más barata que yo conozco son los test de tira, que son de usar y tirar y a veces pueden no ser tan fiables, aunque sean de alta sensibilidad, pero dan el apaño, según lo que una vaya buscando.

Yo siempre he sido de la opinión de que es absurdo pagar de más por unas prestaciones que no necesitamos, pero en caso de necesitarlas no hay que escatimar, así que por lo general la cantidad que pago y la calidad de lo que compro suele ir relacionada con el uso que le voy a dar al producto.

   Es también de recalcar que vidatest ofrece cupones de descuento, una guía de uso de sus productos, una útil calculadora de ovulación y algunos consejos para lograr el embarazo.

   Y mención aparte se merece la discreción con que una recibe sus productos, no sea que te pase como a mí, que si quiero comprarme un test de embarazo en la farmacia me tengo que ir a otro barrio porque la dependienta del mío me conoce a mí, a mi familia y a mis vecinos, es un poco cotilla y la última vez que le compré uno a los días me paró por la calle a preguntarme lo que me había salido...

   Así que ya sabes, si quieres pruebas con http://www.vidatest.com/ y luego me cuentas.

jueves, 7 de mayo de 2015

Lo que aprendí sobre: Aumentar las probabilidades de concepción

   Cuando era Gansa Premamá siempre había pensado que quedarse embarazada era facilísimo, que bastaba no poner medios anticonceptivos y con una vez ya valía, y si no con hacerlo muchas veces todo arreglado, pero esto de la maternidad y mi curiosidad innata me han hecho investigar mucho y me he dado cuenta de que para que una mujer se quede en estado de buena esperanza hace falta casi que se alineen los planetas. No hablemos ya de que una vez que se haya producido la concepción, no haya ningún fallo y el embarazo siga adelante, porque eso ya es otra historia.

   Se dice que una mujer sana que desea concebir deberá esperar de 4 meses a un año para conseguirlo. Pero ¿hay alguna manera de aumentar las probabilidades de acertar antes? Pues esto es lo que descubrí:

   Lo primero es conocerte a ti misma, es decir, saber cuáles son tus días fértiles, que resulta que no son muchos. Hay que conocer la duración del ciclo menstrual (que varía en cada mujer) y saber en qué momento de éste se produce la ovulación. El óvulo vive entre 12 y 48 horas, y el espermatozoide de 2 a 5 días máximo, así que en realidad tendríamos un sólo día en que las probabilidades de quedar embarazadas son máximas, dos en que son intermedias, uno baja y otro muy baja. Para ayudarnos a reconocer estos días también pueden ser de utilidad los test de ovulación, aunque si llevas mucho tiempo observándote y prestando atención a las señales de tu cuerpo probablemente no los necesites, pero vienen bien para confirmar.

   Resulta que hay entre 25 y 30% de posibilidades de que un esperma fecunde un óvulo. Así es, estando el ovulito sano y ahí esperando y habíendose producido la inseminación exitosa en el día oportuno aún hay un 75% de probabilidades de que ninguno de esos espermatozoides gandules lo fecunde. Y una vez fecundado, ese óvulo no siempre se implanta.




   Lo que yo decía, vamos, que se tienen que alinear los planetas. Pero el caso es que se alinean, a veces cuando no se desea que ocurra, por difícil que parezca, porque si para una mujer que lo busca es complicado que te toque esa suerte, para una que trate de evitarlo ya es casualidad.

   El mejor método para conocer nuestra fertilidad es el sintotérmico, que sirve tanto para aumentar las probabilidades de concebir como para ayudar a evitar un embarazo cuando no se busca.

   Cuando una no tiene prisa, simplemente deja de poner medidas anticonceptivas y que todo ocurra cuando tenga que ocurrir, así tengan que pasar varios años, pero hay ocasiones en que la edad de la mujer, las ansias de querer que llegue pronto el bebé o cualquier otro motivo hacen que busquemos formas de acelerar el proceso.

   Bueno, pongamos que conocemos nuestros días clave y mantenemos relaciones sexuales esos días. No hace falta ni hacerlo todos los días ni esperar varios para que eso “recargue”. Si bien es cierto que cuando el hombre lleva mucho tiempo sin eyacular el esperma pierde cierta calidad, parece ser que lo más eficaz de cara a la fecundación es mantener relaciones días alternos, e incluso todos los días durante el periodo más fértil (que no son tantos días, no os preocupéis que no vais a dejar seco a vuestro costillo).

   Hay quien aún recomienda el método “Batwoman”, que consiste en levantar las piernas o directamente hacer el pino un rato inmediatamente después del coito (lo que viene siendo colgarse cuan murciélago), pero la eficacia de este pintoresco método ha sido seriamente cuestionada, aunque la que quiera probar tampoco pierde nada.

   Un factor muy importante para aumentar la fertilidad es tener un estado de salud óptimo, tanto en el caso del hombre como de la mujer, para lo que se recomienda una dieta sana y ejercicio moderado, evitando tóxicos como drogas, alcohol, tabaco, alimentos muy procesados o llenos de sustancias químicas artificiales, harinas y azúcares refinados etc. Y un chequeo médico nunca viene mal.

   Existen también ciertos complementos que pueden ayudar. Por ejemplo, tomar pomelo o zumo de pomelo y bebidas isotónicas aumenta la producción de flujo vaginal, que es el que facilita que los epermatozoides naden hasta el óvulo. La sequedad, además de hacer incómodas las relaciones sexuales, es uno de los factores que hacen que se pierda fertilidad con la edad de la mujer, ya que la falta de flujo dificulta seriamente que se produzca la fecundación.

   Existe un método llamado “plan eco” (esperma conoce a óvulo), que se basa en parte en la ingesta de este tipo de productos, como la maca andina para el hombre, que parece ser que aumenta la calidad del esperma, o la jalea real para fortalecer el sistema hormonal.




   El aceite o semillas de lino contiene sustancias que ayudan a la implantación del cigoto, y por prescripción médica puede ser también necesario suministrar progesterona durante la fase lútea (postovulatoria), en caso de que los niveles hormonales no sean los óptimos, lo cual se averigua mediante análisis de sangre.

   Un complemento del que se habla muy bien, y que se recomienda tomar desde 3 meses antes de buscar el embarazo es el ovusitol, que mejora la calidad y la regularidad de la ovulación y contiene entre otras cosas ácido fólico, esencial para mujeres que planean quedar embarazadas ya que previene alteraciones congénitas como la espina bífida.

   En resumen:
  • Cuidar nuestra salud y alimentación
  • Conocer nuestro cuerpo para saber los días clave
  • Tomar complementos (a ser posible naturales)
  • Ser conscientes de que aún así es posible que tardemos un tiempo en conseguir el embarazo.
   Como veis no podemos obligar a los planetas a alinearse pero podemos intuir cuándo es posible que lo hagan y ayudar un poco. Ya me decís si os ha sido útil. ¡Espero que sí!

sábado, 2 de mayo de 2015

Mamá: la última mona

   Antes que nada, no me he perdido ni me han raptado, mi desaparición se debe a una mezcla de motivos médicos y a la maldita limpieza de primavera que me tiene la vida absorta.

   Y es que como la mayoría de madres, siempre que haya cualquier otro asunto que concierna a nuestra familia, lo atendemos y dejamos lo nuestro para el final.

   Lo cierto es que no me había parado a plantearme lo mucho que hacemos ésto y a veces hasta qué punto hasta que hace unos días (o semanas, ni sé cuánto llevaré out) mi compañera virtual “La Guida de Limón” publicó su entrada sobre el día mundial del cáncer de cérvix. Os recomiendo encarecidamente que os informéis al respecto, que corráis la voz y que os reviséis, ya que es un tema de suma importancia que se puede prevenir si se detecta a tiempo.

   Más de una, como yo, pensará “uy, sí, sí, es verdad, tengo que ir al médico” y luego no lo hará porque no encontrará el momento, y creedme que os entiendo porque en más de una ocasión me he sentido como “mamá: la última mona”.

   Las madres muchas veces tendemos a esa abnegación, más o menos consciente, especialmente aquellas que tenemos peques muy demandantes. Recuerdo cuando mi Gansi era bebé que había momentos en que no me sentía persona, incluso me sentía culpable por tener que atender mis necesidades básicas. Cuando quería darme cuenta no había ido al baño en todo el día, dejaba la comida a medias aunque tuviera hambre para poder atender mejor a mi bebé, no podía ni darme una ducha y si lo hacía era un enjuagón de 2 minutos, y ni hablemos ya del sueño. Porque mi peque sólo quería estar en brazos, y no se conformaba con otros que no fueran los míos.




   Muchos días me centro en ponerle a mi Gansi una ropa coqueta, lo más conjuntada posible, reviso que tenga buen aspecto y limpio y encremo sus zapatitos, y luego salgo a la calle y ni me fijo en lo que yo llevo puesto, si combina, si está limpio o sucio o incluso roto. Si ni me acuerdo de la última vez que fui a comprar ropa para mí. Una vez dejé a mi peque en el cole y no fue hasta que me miré en el espejo al volver a casa cuando me di cuenta de que ni me había peinado, y encima ese día no hacía ni viento así que no podía aferrarme a esa excusa.

   Hace unos meses me resfrié y pasé la sinusitis más bestia de toda mi vida... ¡y no fui al médico! Ahora lo pienso y me echo las manos a la cabeza, pero lo peor es que lo más probable es que me volviera a pasar lo mismo. Lo bien que me hubieran venido unos antibióticos para bajar la inflamación, que iba con la cara tan hinchada que la gente iba a pensar que el Ganso me maltrataba, pero no fui “porque no me venía bien”. Porque mi Gansi tenía una actividad del cole, porque no quería pedir permiso en mi trabajo temporal, porque tenía que hacer recados para mi familia... si después de dejar a todos atendidos me hubiese sobrado una hora en la que hubiese habido cita disponible, entonces hubiera ido. Y dolía, por si os lo preguntábais, y me dio fiebre, sí, pero no seré la primera madre que no se da cuenta de que está con 39 de fiebre hasta que no acuesta a su peque y se sienta en el sofá por primera vez en todo el día.

   Reconozcámoslo, nos ha pasado a todas alguna vez. Puede que a algunas más que a otras, puede que algunas estén ya más concienciadas y mentalizadas de que si pretendemos ser el pilar de nuestra familia tenemos que asegurarnos de que ese pilar está fuerte y sano, que es vital que nos dediquemos un tiempo, especialmente en lo referente a temas de salud.

  “¿Y cómo lo hago? Si me siento culpable cuando tengo que dejar a mi peque para poder darme una ducha o cuando estoy en el baño más tiempo de la cuenta”. ¡Hombre Gansa Recién-mamá! ¡Encantada de hablar contigo! Sí, recuerdo ese cóctel explosivo que mezclaba hemorroides postparto, estreñimiento, un bebé con cólicos y un Ganso desesperado tratando de mecer a una criatura que berrea como si la mataran, diciendo “¿Te queda mucho mamá?”

   La respuesta es: no es fácil, pero hay que buscarse las mañas. Yo muchas veces pensé si sería factible ducharme con mi bebé, en un tonga, por ejemplo. Si alguien lo ha probado, éste u otro sistema con el que una madre se puede dar una ducha sin soltar a su bebé, que me lo diga, aunque no sea para mí, al menos para saber que existe solución para aquellas madres que se ven ahora como yo me vi en mi día.

   Y mira que me repito que tengo que hacerlo dedicarme un tiempo, hacer algo para mí alguna vez, refrescarme, arreglarme. Las primeras veces que metí a mi bebé en una mochila fue para poder peinarme y echarme un poco de maquillaje (por primera vez en meses).

  Y aparte de organizarse y buscarse las mañas, lo que mejor resulta y lo que a algunas más nos puede costar es pedir ayuda. Sobre todo si estamos enfermas: “mamá, papá, vecina, suegra, tía Frasquita, ¿os importa venir a echarme una mano con mi peque o con la casa, que tengo un trancazo que apenas me tengo en pie? Y si me traéis sopita, mejor”.


 Imagen de http://familiafuerzasarmadas.com/www/wp-content/uploads/mama-enferma.jpg


   En mi caso esto me cuesta muchísimo, para mí es como reconocer que no puedo con todo, o que soy débil, y encima siempre surge un alma cándida que me recuerda que Menganita de los Palotes atiende a sus dos o tres churumbeles, tiene la casa como los chorros del oro y encima trabaja y saca al perro. Y una intentando mecer a su criatura con una lumbalgia de aupa o tiritando por la fiebre y pidiendo perdón por no ser bióinca como Menganita. A ver qué habré conseguido arrastrándome por el pasillo en plan Walking Dead, susurrando con voz gutural “tengo que podeeeeeer”. Tal vez si me hubiese acostado sólo un ratito y descansado, luego hubiera tenido las fuerzas que necesitaba para seguir atendiendo a los demás.

   No vamos a dejar de ser mamá, pero mamá tiene que estar bien, y para eso mamá se tiene que cuidar. No quiere decir que vayamos a dejar a nuestro peque llorando en la cuna para hacernos la pedicura, pero tampoco que nos abandonemos tanto que no nos demos cuenta de que nos hace falta limarnos los mejillones cuando no nos entre el zapato.

   Y repito que no es fácil, no es sencillo dedicarnos un tiempo, aún cuando lo necesitamos muchísimo, sin sentir que estamos descuidando a nuestra familia, pero, sobre todo para según qué cosas, no tenemos más remedio, como para revisarnos con el gine. Nuestros peques se merecen unas mamás felices, sanas y descansadas, y si no podemos dárselo sin dejar de atenderles, necesitamos y merecemos ayuda.