Antes que nada, no me he perdido ni me
han raptado, mi desaparición se debe a una mezcla de motivos médicos
y a la maldita limpieza de primavera que me tiene la vida absorta.
Y es que como la mayoría de madres,
siempre que haya cualquier otro asunto que concierna a nuestra
familia, lo atendemos y dejamos lo nuestro para el final.
Lo cierto es que no me había parado a
plantearme lo mucho que hacemos ésto y a veces hasta qué punto
hasta que hace unos días (o semanas, ni sé cuánto llevaré out) mi
compañera virtual “La Guida de Limón” publicó su entrada sobre
el día mundial del cáncer de cérvix. Os recomiendo
encarecidamente que os informéis al respecto, que corráis la voz y
que os reviséis, ya que es un tema de suma importancia que se puede
prevenir si se detecta a tiempo.
Más de una, como yo, pensará “uy,
sí, sí, es verdad, tengo que ir al médico” y luego no lo hará
porque no encontrará el momento, y creedme que os entiendo porque en
más de una ocasión me he sentido como “mamá: la última mona”.
Las madres muchas veces tendemos a esa
abnegación, más o menos consciente, especialmente aquellas que
tenemos peques muy demandantes. Recuerdo cuando mi Gansi era bebé
que había momentos en que no me sentía persona, incluso me sentía
culpable por tener que atender mis necesidades básicas. Cuando
quería darme cuenta no había ido al baño en todo el día, dejaba
la comida a medias aunque tuviera hambre para poder atender mejor a
mi bebé, no podía ni darme una ducha y si lo hacía era un enjuagón
de 2 minutos, y ni hablemos ya del sueño. Porque mi peque sólo
quería estar en brazos, y no se conformaba con otros que no fueran
los míos.
Muchos días me centro en ponerle a mi
Gansi una ropa coqueta, lo más conjuntada posible, reviso que tenga
buen aspecto y limpio y encremo sus zapatitos, y luego salgo a la
calle y ni me fijo en lo que yo llevo puesto, si combina, si está
limpio o sucio o incluso roto. Si ni me acuerdo de la última vez que
fui a comprar ropa para mí. Una vez dejé a mi peque en el cole y no
fue hasta que me miré en el espejo al volver a casa cuando me di
cuenta de que ni me había peinado, y encima ese día no hacía ni
viento así que no podía aferrarme a esa excusa.
Hace unos meses me resfrié y pasé la
sinusitis más bestia de toda mi vida... ¡y no fui al médico! Ahora
lo pienso y me echo las manos a la cabeza, pero lo peor es que lo
más probable es que me volviera a pasar lo mismo. Lo bien que me
hubieran venido unos antibióticos para bajar la inflamación, que
iba con la cara tan hinchada que la gente iba a pensar que el Ganso
me maltrataba, pero no fui “porque no me venía bien”. Porque mi
Gansi tenía una actividad del cole, porque no quería pedir permiso
en mi trabajo temporal, porque tenía que hacer recados para mi
familia... si después de dejar a todos atendidos me hubiese sobrado
una hora en la que hubiese habido cita disponible, entonces hubiera
ido. Y dolía, por si os lo preguntábais, y me dio fiebre, sí, pero
no seré la primera madre que no se da cuenta de que está con 39 de
fiebre hasta que no acuesta a su peque y se sienta en el sofá por
primera vez en todo el día.
Reconozcámoslo, nos ha pasado a todas
alguna vez. Puede que a algunas más que a otras, puede que algunas
estén ya más concienciadas y mentalizadas de que si pretendemos ser
el pilar de nuestra familia tenemos que asegurarnos de que ese pilar
está fuerte y sano, que es vital que nos dediquemos un tiempo,
especialmente en lo referente a temas de salud.
“¿Y cómo lo hago? Si me siento
culpable cuando tengo que dejar a mi peque para poder darme una ducha
o cuando estoy en el baño más tiempo de la cuenta”. ¡Hombre
Gansa Recién-mamá! ¡Encantada de hablar contigo! Sí, recuerdo ese
cóctel explosivo que mezclaba hemorroides postparto, estreñimiento,
un bebé con cólicos y un Ganso desesperado tratando de mecer a una
criatura que berrea como si la mataran, diciendo “¿Te queda mucho
mamá?”
La respuesta es: no es fácil, pero hay
que buscarse las mañas. Yo muchas veces pensé si sería factible
ducharme con mi bebé, en un tonga, por ejemplo. Si alguien lo ha
probado, éste u otro sistema con el que una madre se puede dar una
ducha sin soltar a su bebé, que me lo diga, aunque no sea para mí,
al menos para saber que existe solución para aquellas madres que se
ven ahora como yo me vi en mi día.
Y mira que me repito que tengo que
hacerlo dedicarme un tiempo, hacer algo para mí alguna vez,
refrescarme, arreglarme. Las primeras veces que metí a mi bebé en
una mochila fue para poder peinarme y echarme un poco de maquillaje
(por primera vez en meses).
Y aparte de organizarse y buscarse las
mañas, lo que mejor resulta y lo que a algunas más nos puede costar
es pedir ayuda. Sobre todo si estamos enfermas: “mamá, papá,
vecina, suegra, tía Frasquita, ¿os importa venir a echarme una mano
con mi peque o con la casa, que tengo un trancazo que apenas me tengo
en pie? Y si me traéis sopita, mejor”.
Imagen de http://familiafuerzasarmadas.com/www/wp-content/uploads/mama-enferma.jpg
En mi caso esto me cuesta muchísimo,
para mí es como reconocer que no puedo con todo, o que soy débil, y
encima siempre surge un alma cándida que me recuerda que Menganita
de los Palotes atiende a sus dos o tres churumbeles, tiene la casa
como los chorros del oro y encima trabaja y saca al perro. Y una
intentando mecer a su criatura con una lumbalgia de aupa o tiritando
por la fiebre y pidiendo perdón por no ser bióinca como Menganita.
A ver qué habré conseguido arrastrándome por el pasillo en plan
Walking Dead, susurrando con voz gutural “tengo que podeeeeeer”.
Tal vez si me hubiese acostado sólo un ratito y descansado, luego
hubiera tenido las fuerzas que necesitaba para seguir atendiendo a
los demás.
No vamos a dejar de ser mamá, pero
mamá tiene que estar bien, y para eso mamá se tiene que cuidar. No
quiere decir que vayamos a dejar a nuestro peque llorando en la cuna
para hacernos la pedicura, pero tampoco que nos abandonemos tanto que
no nos demos cuenta de que nos hace falta limarnos los mejillones
cuando no nos entre el zapato.
Y repito que no es fácil, no es
sencillo dedicarnos un tiempo, aún cuando lo necesitamos muchísimo,
sin sentir que estamos descuidando a nuestra familia, pero, sobre
todo para según qué cosas, no tenemos más remedio, como para
revisarnos con el gine. Nuestros peques se merecen unas mamás
felices, sanas y descansadas, y si no podemos dárselo sin dejar de
atenderles, necesitamos y merecemos ayuda.
Mi querida Gansa, vas en el camino correcto, de momento ya lo has asumido, debes y tienes que tener tiempo para tí, ahora debes creértelo y tomarte el tiempo y tomártelo en serio.
ResponderEliminarEn otro post donde contaba lo que me había pasado, creo que en ese que mencionas lo vinculo, decía que TODAS necesiamos tiempo para nosotros y sobre todo CUIDARNOS COMO SI DE NUESTROS BEBÉS SE TRATARAN. Porque es verdad que la maternidad viene y nos olvidamos de nosotras mismas, es difícil adaptarse a la nueva vida, pero poco a poco hemos de concienciarnos que el día no tiene más de 24h y al menos una hora debe ser para nosotras, nosotras las mamás somos el pilar de la familia, por lo menos el de muchas familias y sin nosotras y nuestros esfuerzos, todo se derrumba, así que para que no se derrumbe, hemos de cuidarnos tanto físicamente (ir al médico cuando lo necesitamos) como psicológicamente (pintarnos la raya en el ojo o hacernos la manicura para estar aún más guapas).
Ánimo Gansa! Seguro que lo consigues y pronto leeremos un post contándonos en qué usas el tiempo para tí.
Besos bonita!
Muchas gracias corazón!
EliminarPues sí que estoy en ello sí jejeje
A cuidarse y a que nos cuiden, que también nos lo ganamos.
Un besazo!