Desde que nos enteramos de que vamos a
ser papás, junto con el cúmulo de ilusiones y felicidad, es
inevitable que se nos vengan a la cabeza pensamientos negativos sobre
todo lo que pudiera ir mal, y nuestro más anhelado deseo es que
nuestro bebé nazca sano, aunque sabemos que existe la posibilidad de
que no sea así. No quisiera hacer una publicación triste en esta
ocasión, ni dar demasiado mal rollo, así que, al menos hoy, no voy
a hacer mención de la peor de las suertes, que es perder a nuestro
bebé, ni tampoco de que su salud no sea óptima.
Quisiera centrarme en otras cosas que
te pueden tocar en la lotería de la paternidad. Cosas que antes de
ser padres pensamos que a nosotros no nos van a pasar, porque no
vamos a cometer los mismos "errores" que aquellos a los que les ha
pasado. Vamos, un poco un resumen de lo que viene siendo toda la temática
de este blog. Y es que muchas veces se nos idealiza tanto la imagen
de lo que es un hijo (especialmente un bebé), que los papás
primerizos pierden la noción de lo que son “historias para no
dormir” (cosas que te pueden pasar, y que no está de más conocer
para estar prevenidos, aunque no nos apetezca en absoluto oírlas,
pero que son poco probables o poco frecuentes), y cosas que entran
perfectamente dentro de la normalidad (y con gran probabilidad nos
ocurrirán), pero que no casan con la idea que nos han vendido toda
la vida sobre los bebés.
Por ejemplo, de poco sirve contarle a
una embarazada a punto de dar a luz, una historia truculenta sobre lo
mal que fue tu parto o el de Menganita, lo mal que se portaron
contigo en el hospital, o que tuviste una hemorragia que casi no lo
cuentas, o que los médicos cometieron una negligencia que casi acaba
con la vida de tu peque. Pero tampoco le vamos a decir que ni se va a
enterar de nada, que tendrá en los brazos a su bebé y todo será
maravilloso, que un parto es coser y cantar. Lo habitual es que el
parto se desarrolle con normalidad, y en ese momento lo mejor es no
pensar en que algo se pudiera torcer, sino concentrarnos en la labor
de ayudar a nuestra criatura a venir al mundo, que no es poco. Es bueno, sin embargo,
conocer de antemano lo que vamos a experimentar, lo que se siente,
que nos ayuden a gestionar el dolor y a relajarnos, a respirar,
incluso hablar sobre nuestra experiencia con la epidural si la
pedimos (la postura que debemos mantener, las respiraciones, el
efecto que se nota, etc...), si la madre está pensando recurrir a
ella.
Una vez que tenemos a nuestro peque
todos queremos lo que creemos que es normal: que duerma mucho, llore
poco, y lo podamos dejar en el carrito o en la cuna e irnos a hacer
nuestras cosas, y que si le damos el pecho que lo coja bien a la
primera y no nos vuelva a pedir hasta dentro de 3 horas mínimo. Todo
lo que se salga de esto ya entra dentro de lo que creemos que son
historias de terror que va contando la gente, a la que “les tocan”
niños que no duermen, o que no se agarran bien al pecho, o que
quieren estar en brazos todo el día, o que comen con más
frecuencia, o que lloran mucho. “Algo habrán hecho mal los padres,
porque esto no es normal”.
"Así no era como decían en Pinterest..."
Aunque sí es verdad que dentro de esto
hay casos excepcionales de bebés especialmente demandantes, que
literalmente no duermen prácticamente nada en todo el día, que
están llenitos de cólicos y no paran de llorar durante meses, no
podemos cruzar los dedos y decir “uy, a mí no me va a tocar de
esos, el mío será de los normales, de los que duermen mucho y comen
lo justo para ir poniendo el peso que el pediatra me diga que es
normal”.
Si estamos conversando con una futura
mamá, o una mujer que piensa ser madre en breve o algún día, y yo le
comento que es perfectamente normal que los bebés se despierten cada
hora por la noche, ¿de qué sirve que tú le cuentes, poniendo cara de "qué exagerada es ésta", que el tuyo era
un bendito desde que nació, que le dabas el último biberón a las
11 de la noche y hasta las 7 no se despertaba (a menos que le especifiques que tu
suerte ha sido excepcional)? ¿qué pensará que es lo normal? Por
supuesto esperará que le toque lo tuyo, y creerá que mi bebé o es
que no era normal o que yo hice algo mal, y se propondrá firmemente
que a ella no le ocurra, y si decide dar el pecho le echará la culpa
de que su bebé no duerma “del tirón” por la noche a la
lactancia y le meterá “ayuditas” para descansar (“porque los
bebés tienen que dormir del tirón por la noche, que el de Menganita
lo hacía”).
Si nos escondemos para dar el pecho a
nuestro bebé ¿qué mensaje le estamos dando a una madre que esté
pensando en amamantar al suyo? Que es algo vergonzoso, o demasiado
íntimo, que no se puede hacer en cualquier parte, y que tiene que
ser fácil o lo dejamos, porque para estar sufriendo mejor dejarlo.
¿Cómo va a saber una madre primeriza la postura más adecuada que
favorezca un mejor agarre, facilite a su bebé la succión y minimice
los cólicos, si no lo ha visto nunca en otra madre?
¿Cómo van a saber las madres
recientes que es normal que sus bebés pasen por fases en las que
demandarán tomar el pecho con más frecuencia si les decimos que los
bebés comen cada 2 ó 3 horas? ¿Cómo van a saber que es normal que
en algunos momentos noten sus pechos vacíos y que eso no significa
que se hayan quedado sin leche, si nadie les dice aunque no saquen
nada por mucho que se estrujen con el sacaleches, el bebé sí que
saca?
Es una responsabilidad conjunta el
normalizar que un bebé quiera estar en brazos, porque una futura
mamá primeriza probablemente no sepa distinguir si lo que le estás
contando te pasó a ti por alguna razón (“quizá tu bebé demandó
mucho los brazos porque lo acostumbraste, pero yo al mío ni lo toco,
no vaya a ser que luego no me deje hacer nada”), y a ella no tiene
por qué pasarle porque no es lo habitual, o bien puede esperar
tranquilamente que le suceda porque es lo más natural del mundo.
Haced la prueba, cualquier cosa que le contéis a una futura
primeriza, que hayáis descubierto que es algo inherente a la
maternidad, y que se salga de la imagen dulcificada de bebé Nenuco
que nos venden, hará que os mire con gesto de terror, que se
santigüe y diga (“¡uy, que no me toque a mí eso”!).
Y otra de las cosas que deberíamos
luchar porque cambiara, es lo referente a los profesionales de la
salud. Dejando claro, primero que todo, que en este campo hay también
grandísimos profesionales, más que adecuadamente formados, que
debieran ser ejemplo para todos los demás. Debería estar
terminantemente prohibido que médicos, matronas, pediatras y demás
dieran consejos sobre maternidad, crianza y lactancia que se salieran
de su formación académica, o al menos señalar que lo que están
diciendo es méramente su opinión personal. Y por supuesto refrescar
y actualizar sus conocimientos.
¿Cómo se puede consentir que todavía
haya pediatras que aconsejen dar el pecho 10 minutos en cada pecho
cada 3 horas? ¿O matronas que no conozcan la posibilidad de relactar
a un bebé que ha sido suplementado, por la razón que sea, con leche
de fórmula? (conozco un caso muy cercano de lactancia mixta en el
que una matrona le dijo a la mamá que dejara el pecho porque ya
nunca iba a tener suficiente leche para su bebé, y por supuesto ella
le hizo caso, “¡si era una figura médica! ¡debía saber de lo
que hablaba! Lo habría estudiado... no?”). ¿Cómo no está penado
por ley que un profesional se ampare en su titulación o puesto para
dar consejos sobre temas en los que no está cualificado, mermando
con ello la salud de mujeres y niños? ¿Se puede tolerar que se siga
haciendo dudar a las madres de la calidad de su leche?
Y si nos vamos a temas de crianza, ya
es de traca. Que un pediatra te pregunte si coges a tu bebé en
brazos o si dormís en el mismo cuarto o en la misma cama, y no te
pregunte si usáis sistemas de retención adecuados en el coche o si
fumáis delante del bebé, es muy fuerte...
O que a muchos padres se les siga
pautando para su bebé la misma introducción de sólidos de hace 30
años, y no se les hable siquiera de la posibilidad de no recurrir a
papillas, o que delante de un póster de la OMS que recomienda
lactancia exclusiva (materna o artificial) hasta los 6 meses, se les
diga a los padres “vamos a meterle ya la papillita con 4 meses, le
das los cereales por la noche para que coja peso y duerma mejor”,
es de una ignorancia que debería estar perseguida por la justicia.
"Pero la OMS dice..." "¿A mí que me cuenta señora? Usted haga lo que pone el papelito..."
(Se me ocurre un quiz, buscad errores en el texto, juis juis juis...)
Todas estas cosas, junto con el
testimonio de la Puri y de la Mari a las que les tocaron en suerte
“bebés Nenuco”, hacen que las madres, una vez que tienen la
tranquilidad de que su hijo esté sano, pasen a preocuparse por cosas
que no son para nada preocupantes, y crucen los dedos para que no
“les toquen” bebés de esos que lloran, que no comen cada 3
horitas, que no duermen toda la noche, que no quieren estar solitos
en la cuna o en el carrito, que están por debajo del percentil 50,
etc... vamos, lo que viene siendo un bebé totalmente normal...