He decidido separar esta publicación
en dos partes, la primera dedicada a bebés, y más adelante me
centraré en niños más mayores.
Debo decir que una vez más la realidad (al menos la mía) me golpeó en todo el jepeto, ya que de nuevo descubrí que, o bien mi peque era especial, o bien los bebés no eran como yo creía.
Cuando mi Gansi era bebé hacía muy pocas siestas. No era como esos bebés que se ven a veces que duermen y duermen todo el día (vamos, lo que yo pensaba que hacían todos los bebés). Pasaba la mayor parte del tiempo en el pecho o llorando (y yo volviéndome loca intentando averiguar por qué), y el resto de ratitos me la quedaba mirando sin saber qué hacer (“¡oh, no! mira que si llora tanto porque se aburre”). Buscaba información por todas partes sobre qué hacen o qué deben hacer los bebés con x meses, y sobre todo cómo estimularla (“¡oh, no! ¡hay que aprovechar las etapas sensitivas! ¡que si no se desperdicia su potencial!”). La verdad es que me agobiaba bastante, y me preocupaba que se aburriera o que no estuviera recibiendo suficientes estímulos.
Y a medida que fue creciendo la cosa fue a peor, porque yo creía que los bebés se entretenían solos, que los dejabas primero en la cuna y luego en el parquecito o el corralito con muchos juguetes y ahí les daban las horas y las horas tranquilitos, y si no, les ponías los dibus y tan felices todos. Que haberlos debe de haber bebés así, pero si generalizamos esta imagen nos encontraremos a padres desesperados porque sus hijos “no son normales” (y resulta que son lo más normal del mundo) y que se cuestionan si están haciendo algo mal o deberían forzarlos de alguna manera, dejándoles llorar u obligándolos a quedarse solitos, porque si no, no les dejan hacer nada.
Lo primero que aprendí (lo que hubiera dado por haberlo aprendido antes), es que cuando los bebés son pequeñitos para ellos todo es un estímulo. Cosas que para nosotros son cotidianas, aburridas y ni siquiera nos llaman la atención, para ellos son algo nuevo y excitante, y simplemente con observar, tocar, sentir, y llevarse a la boca, están aprendiendo.
Ya a medida que crecen las actividades se van complicando, y en el caso de mi Gansi, descubrí que necesitaba (y aún necesita) muchísima atención, mucho estímulo, mucho juego colaborativo, y una energía que no siempre tengo. De hecho, actualmente nuestro principal problema es que si no se le ocurre un juego y yo no estoy disponible para dedicarle toda mi entera atención y proponerle alguna actividad, especialmente si ese día no podemos salir de casa, enseguida se engancha con la televisión, y es algo que me pone de los nervios, porque si bien cuando era pequeña nunca le llamó la atención, por mucho que le pusiera dibujos, luces y sonidos (ni Baby Einstein ni leches en vinagre), a partir de los 3 años o así empezó a atraerle, y a demandarla. Ahora resulta que le gusta cualquier cosa que echen...
A lo largo de estos años he ido recopilando actividades que he probado y puesto en práctica con mi peque, algunas me las iba inventando sobre la marcha, otras las sacaba de Internet, y alguna que otra era inspirada en la metodología Montessori. Ante todo quiero decir que sólo son algunas cosas que a mi Gansi le han gustado y entretenido, que no todas son educativas, y que segurísimo que se pueden hacer más y mejor, pero en nuestro caso nos han venido bien.
Como decía, la cosa se complica y se hace más emocionante a medida que se van haciendo mayores, así que no os sorprendáis si las actividades con bebés os parecen simplonas (recordad que para ellos no lo son).
Lo dividiré por etapas, más que por edad o meses concretos, ya que no hay que olvidar que los bebés no son relojes y cada uno tiene su ritmo de desarrollo.
Primera etapa (primeros meses del
bebé), cuando todavía no tiene movilidad propia. Como mencionaba
antes, cualquier cosa es un estímulo.
Símplemente observar desde el carrito (¡ojo! se recomienda no llevar a los bebés pequeños de paseo "cara al mundo" puesto que esto los sobreestimula),
mecedora, o (más probablemente) desde los brazos de mamá como es su
casa, su familia, sus actividades cotidianas, la calle, etc.
Tocar, desde que aprenden a agarrar con
la manita, juguetes, sonajeros, diferentes texturas (duras, blandas,
suaves, ásperas...).
Oir ruidos, nuestra voz, cantarle,
hablarle, jugar al cucutrás, bailar con ellos en brazos
suavemente...
Ponerles boca abajo es muy estimulante
y les ayuda a adquirir fuerza, pero no hay que tomarlo como una
obligación si el bebé no se siente preparado, no le gusta o no le
apetece en ese momento. También adquieren fuerza tumbados sobre
mamá, y es posible que esto les agrade más que ponerles en el
suelo.
Ofrecerle mordedores con distintas
texturas o juguetes que no entrañen peligro que se lleven a la boca.
Segunda etapa (antes de que anden), ya
gatean, se incorporan, se mueven, y si son mayores de 6 meses puede
que sea el momento de ir introduciendo alimentación complementaria,
y si lo hacemos (correctamente, ojo) directamente con sólidos,
mejor.
Como ya dije cuando hablaba del método
Baby Led Weaning, el momento de probar un alimento es un juego y gran
un estímulo, las distintas texturas y sabores le atraerán, pero
tenemos que estar preparados para el “guarreo” que formarán, y
de hecho, cuanto más guarreen más completa será la experiencia
para ellos. En el caso de mi Gansi, cuando salíamos estaba más
relajada y entretenida cuando tenía algo para comer y guarrear entre
las manos (siempre bajo supervisión, por supuesto, pero nos daba
algo de margen para comer tranquilos en un restaurante o hablar con
alguien un ratito, aunque sin ser pretenciosos).
Aún le seguirán entreteniendo las
actividades anteriores aunque demandarán ya algo más complejo, como
juegos más manipulativos (abrir y cerrar, poner y quitar ropa a un
muñeco, encajar formas, apilar construcciones...).
Enseñarles fotos para que reconozcan
rostros familiares también les suele gustar, y si ya empiezan a
chapurrear palabras al menos podrán reconocer a papá y mamá. Pero
ojocuidao de no dejarles ese álbum que tenemos como oro en paño,
porque a esa edad quieren y deben tocar mucho.
Baby led "guarring"
Tercera etapa (ya andan o comienzan a
hacerlo).
Si la movilidad es algo nuevo para
ellos, ya con esto tienen estímulo para rato si se les permite
ejercerlo con libertad (reitero, supervisados y alejando cualquier
cosa que pudiera suponer peligro para ellos), mejor descalzos y a ser
posible, en la naturaleza (parque, césped, arena de playa...).
Igualmente seguir con las actividades
anteriores hasta que veamos que ya no les interesan.
Practicar también sus nuevas
habilidades lingüísticas enseñándoles palabras nuevas,
preferentemente asociadas a imágenes sencillas.
Ya nuestro peque se va haciendo mayor,
y podemos ir echando mano de juguetes más complejos, pero sin
olvidar que para ellos las cosas y objetos cotidianos también son
juguetes. Por ejemplo, a veces mi Gansi me dejaba doblar ropa si la
cubría con una lluvia de prendas recién lavadas y la dejaba ir
poniéndoselas sobre la cabeza o intentando doblarlas (practicando
así juegos de imitación).
Los juguetes para simular tareas
domésticas siempre me parecieron un horror, y los veía sexistas,
como que su fin fuera preparar a las niñas para ser futuras amas de
casa, pero más adelante los vi prácticos, ya que, tanto a niños
como a niñas les gusta imitar, y a veces mi Gansi me dejaba planchar
si le ponía a mi lado una planchita de juguete y le dejaba algunas
prendas para que me imitara. También en ocasiones me consentía
limpiar un poco el polvo si le dejaba un pañito para que lo fuera
pasando por donde quisiera, o incluso un plumero (si tiene colores o
plumitas parecidas a las de verdad, más divertido para ellos).
También podemos empezar a ayudarles a
desarrollar sus habilidades artísticas, pintando con los dedos (se
pueden encontrar recetas de pinturas comestibles) o modelando
plastilina casera (también comestible).
Como decía, más adelante las
actividades se diversificarán y se harán más complejas. Es
importante estar tranquilos y no tratar de agobiar o sobreestimular a
nuestros peques, ni imponerles juegos para los que aún no están
preparados o que no les apetecen en ese momento. El mejor juguete
para nuestros hijos somos nosotros, nuestra compañía, nuestras
cosquillas, nuestros paseos a caballito, nuestros cuentos, canciones
y nanas.
A veces lo simple es mejor que muchos de esos juguetes modernos con luces y sonidos estridentes (por supuesto que prefieren jugar con la caja), y no temer ser repetitivos o poco imaginativos (esto ha sido muchas veces mi cruz), supervisándoles y asegurando que no corran peligro, y mucha mucha naturaleza si nos lo podemos permitir.
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