jueves, 10 de noviembre de 2016

La frase: Ten cuidado

   Si eres madre, más de una vez vas a escuchar esta frase, y más de un millón de veces vas a decirla.

   Y no sé qué me da más rabia, si que me manden a tener cuidado con mi peque, como si yo no estuviera lo bastante atenta ya (aunque un despiste lo puede tener cualquiera, vaya), o descubrirme haciendo lo que me propuse no hacer, mandando a mi peque a tener cuidado.

   Es inevitable, en cuanto nuestros peques empiezan a moverse, a querer explorar, tocar y trepar por todos sitios, nos sale, aunque sea sin querer, ese “¡Ay, cuidado!”, que más de uno pensará “¿y qué malo hay en decirles esto a los niños?” pero no es que haya algo malo necesariamente, sino que para nuestros peques no es tan beneficioso como pensamos.

   Los niños necesitan adquirir confianza, tienen que tropezarse y caerse para desarrollar su equilibrio, y los padres tenemos que estar cerca para evitar que se maten o que se hagan mucho daño, pero eso, estar cerca y pendientes, no sentarse a lo lejos y estar todo el rato “cuidado con esto”, “cuidado con aquello”, “no corras”, “no te subas ahí”, porque así lo único que conseguimos es mermar la confianza de nuestro peque.
Si le decimos a un niño todo el rato “te vas a caer”, al final seguro que se cae. Es preferible dejar que desarrollen su agilidad, que se suban donde quieran siempre que estemos ahí para evitar que se dañen.

   Y predicado esto, que nadie se sienta mal si no lo cumple porque a mí misma me cuesta, y ni llevo ya la cuenta de las veces que le he dicho a mi peque el típico “cuidado”, en ocasiones completamente inespecífico, que los peques al oírlo se deben quedar un poco locos pensando “pero ¿cuidado con qué? ¿qué es lo que estoy haciendo mal? ¿qué tengo que hacer ahora?” porque lo soltamos así a secas.

   Pero llevamos el chip puesto, quizá porque es lo que hemos vivido en nuestra infancia, o igual es una parte de nuestro instinto protector que no sabemos gestionar, y vemos a nuestro peque haciendo equilibrios en un bordillo y en vez de ir a su lado y explicarle que si estira los brazos a los lados irá mejor, o que debe fijarse muy bien dónde apoya los pies, lo que nos sale es “¡bájate de ahí que te vas a caer!”


 
"¡Yosuaaaaa! ¡Sálete del agua ahora mismo que como te ahogues te mato!"
 

   Si nuestro peque es un Usain Bolt en potencia y nos preocupa que se deje las rodillas y los incisivos en el suelo, mejor llevarle a trotar a un sitio donde no se pueda hacer tanto daño, como la playa o un parque con arena, o césped blandito, que no estar todo el rato con el corazón en un puño rezando para que no tropiece o prohibiéndole correr.

   Y aunque lo sepamos, lo vamos a seguir diciendo, doy fe. Es como que nos quedamos más tranquilos. “Eah, le he dicho que tenga cuidado, ahora ya no se hará daño, he conseguido que esté atento a lo que hace”, y a lo mejor no, a lo mejor lo que he conseguido es que el peque vaya más inseguro y al final pase lo que tememos que pase.

   Y es que la palabra “cuidado” para un niño, es tremendamente inespecífica. Le decimos que tenga cuidado pero no le decimos cómo tiene que tener cuidado (a veces ni con qué), qué tiene que hacer para que no le pase eso de lo que le estamos advirtiendo, o que tememos que le pase pero ni le se lo aclaramos.

   Imagina que ves a tu peque cogiendo un cuchillo para cortar un trozo de comida. ¿Qué haces?

A) Se te desorbitan los ojos y chillas “¡cuidado!” apuntando al cuchillo como si fuera a explotar
B) Te aguantas el exabrupto pero le retiras con una sonrisa nerviosa el cuchillo y le cortas tú lo que sea
C) Le pides que te de el cuchillo, le explicas que no debe utilizar cuchillos que cortan hasta que aprenda cómo hacerlo (no le especificas realmente cuándo va a ser eso para que no se impaciente), y le dices que practique con uno de postre de punta redonda de esos que no tienen ni filo (mi Gansi los llama “de los que no hacen sangre”) y te quedas a su lado mientras lo intenta.

   Si has contestado A, no te preocupes que es de lo más habitual, es lo primero que nos sale a todas. Si B, estás en ello, bien, pero aún te falta confianza para fomentar la autonomía de tu peque. Y si C pues ole tú, que ya me gustaría a mí que me saliera siempre así.

   Y respecto a esas personas que parece que viven con más estrés que una perdiz, que saltan como los gatos cuando van en tensión y se asustan, y te dicen que tengas cuidado con tu peque porque le parece que está haciendo algo súmamente peligroso o a lo mejor te ve cara de despiste, pues sonrisa, muchas gracias, no se preocupe usted (que le va a dar algo), ya estoy al tanto, y apretar los dientes si procede.

   Aunque hay muchas formas de decir las cosas, si realmente nos preocupa el bienestar de la criatura, que siempre se puede dar el caso de que el progenitor se haya distraído un momento y el peque vaya directo a la carretera sin mirar que pasan coches. Diferente es llamar la atención de una madre que parece distraída si vemos que su peque está en peligro, a decirle “ay, cuidaito” cuando vemos que está activamente al lado de su hijo, pero en estos casos lo dicho, sonrisita y para adelante.

   Si se entiende mejor, pondré el ejemplo de cuando mi peque empezó a subir escalones. Yo dejaba que lo intentase sola pero me quedaba a su lado preparada por si perdía el equilibrio o tropezaba. Pero como hubiera alguien más alrededor no faltaba el “¡ay! ¡esa niña tan chica subiendo solita por las escaleras! ¡ten cuidao (“alma triste” implícito)!” O cuando aprendió a andar pero a veces aún se caía de culete, me miraba, se reía y se volvía a levantar, pero si alguien la veía y chillaba “¡ayyy! ¡que sa caido!” la pobre se pegaba un susto que igual hasta lloraba.

   Así que esta frase no sabría si la he dicho más veces de las que la he oído, pero cada vez intento que, cuando me salga, al menos tratar de especificarle a mi peque a qué me refiero, o intentar sustituirla por frases positivas en lugar de negativas: “hazlo mejor así” (en lugar de “así no”), “ve más despacio que el suelo puede resbalar” (en lugar de “no corras que te vas a resbalar”).


 "¿cuidao con queee?"

2 comentarios:

  1. La verdad es que yo sí le digo a veces a mi hijo "ten cuidado", pero lo hago sobre todo por evitar eso de "te vas a caer" que creo que está mucho más extendido y provoca el efecto pigmalión, es decir, que basta que se lo digas para que pummm se caiga... Y sí, alguna vez me ha pasado que en el metro le diga alguna señora "te vas a caer..." y echarle yo una mirada y reprimirme un "tenga Vd cuidado de no caerse" pero llegar a decirle no se preocupe, yo soy su madre y si se cae es mi problema...

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    1. Así es amiga. Es que nos sale queramos o no, yo aunque me intente reprimir, cuando me doy cuenta ya le he soltado el "cuidado", aunque ahora procuro al menos ser más específica :)
      Y esto ya es para toda la vida, me temo, cuando vayan a salir solos con sus amigos de noche, les diremos un "ten cuidado" en el que irán implícitas muchas cosas, entre ellas "por favor, vuelve".
      Ains....
      Muchas gracias por comentar
      Un beso
      Ah y pasando de entrometid@s. Lo haces genial!

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