“Pero si basta con una vez, si todas
las embarazadas que conozco se han quedado a la primera, o
accidentalmente. Vamos, que todas esas series de adolescentes que
toman la píldora, usan preservativo y aún así se quedan preñadas
de una vez, no pueden estar equivocadas (no exagero, he visto series
así, y pretendían ir en serio), por no hablar de todos los casos de
embarazos adolescentes indeseados en los que las pobrecillas no
sabían lo que hacían esa única y exclusiva vez. ¡Será mejor que
tenga mucho cuidado! No sea que mi pareja, con un soplidito, me preñe
antes de que esté preparada.”
Así de fácil pensaba yo que era
quedarse embarazada. Y es que estos casos de gente que se lleva años
buscando sin conseguirlo me parecían una minoría. “No, si eso es
que hay algunas personas raras que son infértiles o empiezan a
buscar muy mayores, y al final se tienen que hacer la in vitro o
adoptar”.
Parece ser que hay cierta vergüenza en
decir abiertamente: Pues sí, llevamos ya unos meses intentando ser
padres. Posiblemente, porque siempre va a haber alguien que de por
sentado que la pareja tiene algún problema de fertilidad, o que
presione cada vez que les ve preguntando: ¿Aún nada? O que les
suelte, inflando el pecho como un palomo: ¿Ah si? Pues yo me quedé
a la primera, y eso que usaba anticonceptivos, no sé ni cómo pasó,
si es que soy taaaan fértil, y mi marido... ¡un tigre!, vamos que
donde pone el ojo, pone la bala ¡qué machote!...
"Soy machoman, y te preñaré sólo con mirarte una vez"
Por eso, como según todos los que
conocía, era algo tan básico, la ecuación parecía sencilla: óvulo
(todos los meses hay por lo menos uno, eh) + espermatozoide =
embarazo seguro, y embarazo = bebé.
Lo primero en que descubrí que me
equivocaba fue, tras la historia de mi primer huevito, la última
parte de la ecuación. Y en mi periplo por averiguar qué podía
haber fallado, aprendí cosas sobre la fertilidad que me
sorprendieron, francamente.
Para empezar, la mayoría de esas
historias de “a la primera”, tenían que ser, estadísticamente,
falsas o exageradas, ya que para que se produzca un embarazo tienen
que coincidir bastantes factores, y otros tantos para que el embarazo
prospere.
Lo normal es que ovulemos una sola vez
al mes (en ocasiones ninguna, especialmente cuando vamos teniendo más
edad, o los tan comunes quistes ováricos), y que esta vez se
produzca prácticamente siempre en el mismo momento de nuestro ciclo
menstrual, si es que éste tiene cierta regularidad (cierto es que se dan circunstancias en que esto sucede de otra manera, pero no quisiera extenderme demasiado con la explicación). Una vez que
ovulamos, el óvulo sólo vive entre 12 y 24 horas, aunque como el
esperma tiene una esperanza de vida, dentro de nuestro cuerpo, de
varios días, podríamos decir a groso modo que sólo somos fértiles
aproximadamente una semana al mes.
Pongamos que hemos hecho coincidir en
tiempo y en espacio nuestro óvulo con un esperma lo bastante fértil
y activo como para alcanzarlo con éxito, y que se ha producido la
fecundación. Pues ahora toca que ese óvulo fecundado se implante
exitosamente, para lo que, de nuevo, tienen que suceder diversos
acontecimientos, entre ellas de índole hormonal.
Suponiendo pues que el óvulo fecundado
se implante en un ambiente “chachi”, y que nuestras hormonas
hayan permitido que la fase lútea de nuestro ciclo tenga la duración
adecuada, ahora queda esperar que no ocurra ningún “error fatal”
(incompatible con la vida o con el crecimiento) en alguna de las
miles de millones de divisiones celulares que tendrán lugar para que
el feto crezca.
Vamos, que hay muchísimas cosas que
pueden fallar. Y teniendo en cuenta todo esto, lo que parece
sorprendente es que consigamos quedarnos embarazadas a pesar de ello.
Así que dedico un mensaje a todas aquellas premamás angustiadas por
una búsqueda infructuosa, agobiadas por haber sufrido alguna (o
varias) pérdidas, o incluso al borde de la depresión por no haberse
quedado “a la primera”, ya preguntándose si es que les pasa algo
malo:
No creáis ni la mitad de lo que os
dicen las embarazadas “a la primera” de vuestro entorno (algunas habrá, pero otras muchas no). No os
sintáis avergonzadas ni infértiles (de hecho, no hay vergüenza
alguna en ser infértil, qué caramba). Sois completamente normales.
Lo normal es que se tarde un tiempo en hacer coincidir tantos
requerimientos. Y sobre todo, relajaos, porque el estrés no hará
más que empeorar las cosas, alterar vuestros ciclos y vuestros
niveles hormonales, y no temáis haceros un saludable chequeito
médico de vez en cuando.
Y en nuestro caso, pues sí, queríamos ser padres algún día, y más bien pronto que tarde. No es que buscáramos muy activamente, sino que simplemente no poníamos cuidado, así que en algún momento tenía que suceder, y sucedió.
"¿Ah si? Pues yo a la primera las 11 veces..."