Sí, lo sé, hace mil que no publico...
En mi defensa diré que han sido unas semanas de locura, de esas que
te vas a la cama y te quedas un rato boca a arriba como si te hubiera
arrollado un tren y no sabes ni de dónde ha salido, y te quedas
diciendo “¿qué ha pasao?”
En fin que hoy quería yo darle un
repaso a un tema que me venía rondando y del que hasta ahora no he
hablado, que es el de la hidratación durante la etapa del embarazo y
el postparto.
Durante el embarazo es importantísimo
hidratarse tanto por dentro como por fuera.
Una adecuada ingesta de agua durante el
embarazo es fundamental. No sé si alguna vez os ha dado una
deshidratación, pero no se pasa nada bien. Ahora, durante el
embarazo, el daño puede ser aún más grave, tanto para la madre
como para el bebé, aunque seremos nosotras las que primero
acusaremos los síntomas (dolores de cabeza, náuseas, contracciones
en el último trimestre...).
Además de para prevenir la
deshidratación, el agua también sirve para que orinemos más (ya de
por sí las embarazadas orinan más y tienen que reponer líquido) y
por tanto eliminemos toxinas que no queremos que lleguen a nuestro
bebé, así como para disminuir los efectos de la acidez estomacal
que a veces surge durante la gestación. Por cierto, eso que dicen
que si tienes ardores es que el bebé viene con mucho pelo: mentira
cochina, que yo tenía muchísima acidez y mi Gansi nació con la
cabeza como Caillou (no de grande, sino de pelona). También alivia
la retención de líquidos que nos hinchan las piernas y nos pone los
tobillos paquidérmicos (en mi caso, tobillos tamaño humano, porque
los míos de por sí son tamaño pata de gallina).
En fin, que es necesario que las
embarazadas estén bien hidratadas, lo cual tampoco significa darse
hartones de agua. Un consumo excesivo de agua también puede ser
contraproducente. Si bien es cierto que no consumimos agua destilada,
porque sabemos que es peligroso para nosotros puesto que nuestro
cuerpo sufriría una pérdida importante de minerales, el agua del
grifo, y sobre todo algunas aguas minerales, son de mineralización
débil, con lo que tomarnos 5 ó 7 litros puede producirnos un efecto
similar al agua destilada en el sentido de que nuestro cuerpo
también se desmineraliza, y no olvidemos que los minerales son
nutrientes esenciales.
Las bebidas isotónicas tampoco son muy
recomendables durante el embarazo (realmente no son recomendables si
no estás practicando deporte), ya que contienen altos niveles de
azúcares.
Entonces ¿qué bebemos?
Para empezar, las embarazadas han de
estar atentas a las señales de su cuerpo y beber en cuanto sientan
sed. Es preferible llevar siempre a mano una botellita de agua e irle
dando sorbos de vez en cuando que pimplarse un litro de golpe cada 3
ó 4 horas.
El agua que se consuma debe ser de
calidad, y hay zonas en las que, si bien el agua es perfectamente
potable, puede que sea demasiado ácida o alcalina, o incluso
contener partículas dañinas (por ejemplo, si las cañerías son
viejas o están en mal estado).
Una vez que nos hemos asegurado de que
nuestro agua es de calidad (aplicando filtros o comprándola
mineral), es saludable añadir un pequeño chorrito (sin pasarse) de
agua de mar para enriquecerla y mineralizarla, pero no agua de la
playa, sino agua de mar de verdad, que la venden en herboristerías
y algunos grandes comercios.
Otro agua de calidad que podemos
consumir es la que se toma a través de los alimentos, especialmente
frutas y verduras. Tampoco es aconsejable abusar de los zumos, aunque
sean naturales, ya que contienen un alto porcentaje de azúcar en
comparación con los hidratos de carbono y fibra que se pierden al
exprimir la fruta (distinto es si la molemos para hacer un batido).
La leche tampoco es muy recomendable,
sobre todo si la embarazada siente ascos a los lácteos (cosa muy
habitual), siendo mejor en estos casos buscar fuentes alternativas de
calcio como los frutos secos (nueces en particular) y verduras como
el brócoli.
Estos cuidados ni que decir tiene que
deben continuar en el posparto, en especial si se da el pecho.
Y una vez visto el tema de la
hidratación interna, pasamos a abordar la externa.
Hay que tener en cuenta la
extraordinaria transformación que sufre el cuerpo de la mujer
durante el embarazo, como todo se expande y se recoloca para dar
cabida a un pequeño ser humano en nuestro interior. Aunque nuestra
piel tiene una excelente elasticidad, ésta es limitada, y
necesitamos contribuir un poco, no sólo para prevenir las
antiestéticas estrías sino para ayudar a que luego todo vuelva a su
sitio con mayor facilidad. Por eso se debe hidratar la piel no sólo
durante el embarazo sino después. Además, alivia esos picores que a veces se producen al estirarse la dermis.
Muchas mujeres optan por no hidratarse
lo suficiente (o nada) porque piensan (o saben por experiencia en algunos
casos) que por su constitución le van a salir estrías igualmente,
hagan lo que hagan y se echen lo que se echen. Aunque éste sea el
caso, es necesario hidratar la piel igualmente, ya que es una ayuda
que le estamos dando, que puede que no nos libre de todas las estrías
pero sí quizá de algunas, y no es lo mismo una estría que se ha
hidratado y tratado que una que no.
Lo primero que hay que tener en cuenta
es la calidad del producto con el que nos hidratamos, ya que algunas
cremas hidratantes contienen aditivos (como los parabenos) que hacen
que su uso no sea adecuado durante el embarazo, puesto que estas
sustancias pueden pasar a nuestra sangre a través de nuestra piel y
llegar a nuestro bebé.
Por tanto, cuanto más natural y puro
sea el producto, mejor. Hay cremas de farmacia carísimas cuyo
principio activo es, en comparación, muy barato. Algunas prometen su
efecto por contener aceite de rosa mosqueta o aceite de almendras
dulces, cuando utilizando éstos en su forma lo más pura posible
(especialmente el de almendras) ahorramos y el efecto es mayor.
Estos dos aceites son, bajo mi punto de
vista, de los mejores y más efectivos para hidratar la piel de las
embarazadas, aunque también existen cremas naturales a base de
aceite de oliva, aceite de argán, o aceite de coco, que también son
excelentes.
Muchas mujeres han probado, y dicen que
les ha ido muy bien, con la crema Nivea de toda la vida (conste que
no promociono, de hecho, no fue la que yo usé).
Para unos resultados más óptimos, se
recomienda aplicar cremas o aceites hidratantes al menos dos veces al
día. En mi caso lo hacía cuando me duchaba, cuando me cambiaba de
ropa o me ponía el pijama, y cuando me acordaba, vaya... Y cuanto
antes empecemos a hidratarnos mejor, ya que en las primeras semanas
de embarazo, aunque puede que aún no tengamos barriguita, sí que es
frecuente experimentar retenciones de líquidos, que se suelen
acentuar durante la tarde.
Yo puedo decir que tengo una piel con
un tanto de tendencia a las estrías, de hecho, tengo en mis caderas
un recuerdo del desarrollo de mi cuerpo durante la pubertad que
parece que me hubiera atacado un tigre. Pero por aquel entonces yo no
usaba ni gota de cremas corporales.
Sin embargo, sí que las usé durante
todo el embarazo de mi Gansi, y de aquella etapa no conservo señal
alguna en mi cuerpo, más que un suelo pélvico un tanto debilitado
por el tremendo desgarro y la episiotomía que me realizaron durante
el parto.
Así que personalmente, recomiendo al
100% hidratarse bien, tanto por dentro como por fuera, para un
embarazo saludable y un postparto con las menores estrías posibles.
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