Hoy en día da la sensación de que a muchas
personas les choca un estilo de crianza natural. Tanto que a algunos les debe
parecer que pertenezco a una especie de secta radical, sólo porque
hago algunas cosas con respecto a la crianza de mi peque que no son
las que ellos han practicado o las que llevan toda la vida pensando
que es lo correcto hacer.
Me han llegado a decir que mi peque me
va a terminar pegando porque duerme conmigo y toma el pecho a sus
casi 4 años (logic not found...).
Una amiga mía también ha escogido este estilo de crianza, y tiene verdaderos conflictos con su madre, que se
ha llegado a acercar a mí como si yo fuera la responsable de la
“captación” de su hija a decirme que no teníamos que ser tan
extremistas, que los extremos no son buenos, y que no hacía falta
ser tan “moderna” para todo.
Ella se refirió a mi como grupo, y nos
llamó “modernos”, para empezar como si fueran cosas que nos
hubiéramos inventado ahora, y resulta que es algo mucho más
tradicional que el estilo de crianza que ella practicó con sus
hijos, y como si siguiéramos rígida y ciégamente algún tipo de
biblia o manuscrito, y lo lleváramos hasta sus últimas
consecuencias.
Es curioso, porque los métodos de
crianza más “vanguardistas” y realmente modernos (que ahora
parece que todo el mundo cree que se ha hecho así toda la vida,
cuando no es así), que son los conductistas, sí que se basan en
seguir fielmente un libro que te promete “enseñar” a tu peque a
dormir, contraviniendo todas las señales que te manda tu cuerpo para
decirte que dejar que tu bebé llore hasta el agotamiento no está
bien.
Pues no, señora, no sigo ningún
manual (aunque he leído muchísimos y de muchas corrientes
distintas), ni practico a pies juntillas las enseñanzas o
predicaciones de nadie. No sigo ninguna especie de cultura porque es lo moderno
o lo que se lleva ahora, ni porque sea lo que los médicos dicen
ahora que es bueno (que cada día es una cosa distinta), sólo sigo a
mi instinto, hago lo que mi corazón y mi cuerpo me dicen que está
bien, combinando lo que he aprendido acerca de las últimas
evidencias científicas con aquello que mi peque me ha ido enseñando.
Por supuesto que he cometido errores,
como todo el mundo dicho sea de paso, y no me creo libre de seguirlos
cometiendo, pero creo que en eso se basa la crianza, en ir probando
lo que nos funciona en nuestro caso particular y nos hace sentir
bien, aquello que se ajusta a las circunstancias personales de cada
familia, lo que viene siendo ensayo-error.
Si le di el pecho a mi peque no fue por
llevarle la contraria a todos los que dan a sus bebés biberón, y si
en algún momento le hubiera tenido que dar leche artificial por la
razón que fuera se la hubiera dado. Es más, si hubiera tenido alguna
complicación, o me hubiese generado demasiado estrés, por cualquier razón, o simplemente no me hubiera dado la gana, no le habría
dado el pecho, pero todo lo demás lo habría hecho igual.
No temo que me vengan a quitar el
“carné” de crianza con apego si algún día prefiero dormir con
mi marido, pero sólo si así estamos todos más a gusto.
No he usado pañales de tela por
hacerme la modernilla, sino porque pensaba que eran mejor para la
piel de mi bebé, más económicos y ecológicos y para mí fueron
razones suficientes para lanzarme a probarlos.
Parece que porque no pego a mi peque
automáticamente soy una malcriadora, o una hippie, o una
antivacunas, o una especie de anarquista, que no le pongo límites, o
que dejo que haga lo que le de la gana. Y no digo que ninguno de
estos términos esté relacionado, ni siquiera que tengan que ser
peyorativos, son algunas personas las que me dan la sensación de que
los asocian. Respeto profundamente lo que cada uno decida con
respecto a la crianza de sus hijos, porque es un derecho de cada
padre decidir lo que cree que es mejor, pero personalmente no soporto
que me cuelguen etiquetas.
Si algún día tengo otro bebé,
probablemente probaré con más ahínco el baby led weaning, no
porque a mi peque le haya ido mal con las papillas, sino porque creo
que es una forma más natural de introducir alimentos sólidos, pero
si alguna vez me conviene o me da la real gana le daré un puré y no
me sentiré una hereje por ello. A mi peque, con las papillas le
entremetía bastantes sólidos, y desde bien pronto. Los mismos que
me criticaban por no cortarle los alimentos en trozos minúsculos,
sino dejárselos lo suficientemente grandes para que pudiera
agarrarlos, chuparlos y partirlos con sus propios dientes (además,
mi Gansi lo prefería así), luego se asombraron de lo bien que comía
sólidos y lo poco que le gustaban los purés.
Porque esto no es un “todo o nada”,
si quiero darle chupete se lo daré y si no pues no, si quiero y me
conviene le pondré pañales de tela o desechables, si me parece
oportuno usaré un portabebés o desempolvaré el carrito, o usaré
cada cosa para según qué ocasión, si me da la gana dormiremos
todos juntos o cada uno en su cama, y no le dejaré llorar (en este
asunto no hay discusión para mí) pero no porque me lo diga nadie,
ni porque venga escrito en ningún libro, ni porque sea lo que se
lleva ahora, sino porque mis conocimientos y mi instinto me dicen que
es lo que debo hacer.
El hecho de que haga las cosas de forma
“diferente” en la crianza de mi peque no quiere decir
necesariamente que me esté equivocando, simplemente es diferente, ni
mejor ni peor, es lo que yo creo que es lo correcto. Lo mismo que
todo padre y madre tiene derecho a hacer, aquello que según sus
conocimientos y experiencia cree que es lo mejor para sus hijos. Por
eso, porque creemos que hacemos lo mejor, cuando vemos a alguien que
hace algo diferente pensamos que se está equivocando, pero no tiene
por qué ser así, los errados podemos ser nosotros o sencillamente
ninguno, porque diferente no tiene porque ser erróneo. Lo importante
es saber combinar nuestros conocimientos y experiencia con los
dictados de nuestro corazón.
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