domingo, 10 de noviembre de 2013

Cosas de niños

   Cuando era gansa premamá me ponía de los nervios que alguien dijera la frase “son cosas de niños”. Me parecía una manera absurda de justificar el mal comportamiento y la mala educación de los hijos de los demás. Realmente ¿existen las “cosas de niños”?

   Pues personalmente creo que sí, que hay determinados comportamientos que son propios de las diferentes fases de madurez por las que se atraviesa en la infancia, y que ya no son tan esperables cuando se va alcanzando cierta edad, y es papel de los padres el actuar y atender la necesidad que el peque esté expresando en ese momento, en lugar de mirar para otro lado y al que le moleste decirle “es que son cosas de niños”.

   Pienso que hay que tener la mayor empatía posible con nuestros hijos, y tratar de encontrar la causa de su actitud, sin dar por sentado que simplemente “se está portando mal” y hay que corregir eso, ni desentenderse del perjuicio ajeno que se puede estar causando.

   A veces parece que tendemos a esperar que los niños se comporten como pequeños adultos, y que entiendan lo antes posible las normas de convivencia. Que no toquen, que no ensucien, que no interrumpan las conversaciones, que no levanten la voz... Pero esto requiere un grado de madurez que nuestros pequeños muchas veces no tienen.

   ¿Cómo podemos esperar que un bebé entienda que en ciertos sitios se espera que esté callado y quieto, o que ese objeto brillante y colorido que está al alcance de su manita no se debe tocar?

   “Pues mi peque será el más bueno del mundo. Yo le explicaré todo con cariño y cuando vaya a visitar a alguien se sentará en silencio, sonriente, y no tocará nada sin pedir permiso”... Ya, claro, se convertirá en un muñeco de trapo y volverá a cobrar vida al llegar a casa ¿no? Ayyyy, gansa premamá...




   Si tratamos de forzar a los niños para que tengan comportamientos de adulto antes de estar preparados para ello, ¿lo van a entender? ¿Van a saber qué es lo que han hecho mal, por qué se han enfadado papá y mamá o por qué no puede hacer ciertas cosas?. ¿No corremos el peligro de coartar el desarrollo del niño?

   Los niños, para aprender y para desarrollarse, necesitan moverse, tocar, experimentar, jugar, reír, gritar, correr, caerse, saltar... El conflicto aparece cuando estos actos se dan en situaciones impropias, que pueden ocasionar una molestia para los demás, y ahí es cuando debería entrar en acción el papel mediador de los padres, desviando la actividad de los niños para que no perturbe la armonía convivencial, sin coartar su libre desarrollo, hasta que estén preparados para entender y asumir las normas de convivencia.

   Pero esto no es tan sencillo, sobre todo para una primeriza, que se puede encontrar con que su precioso angelito se ha puesto en modo “gremlim recién mojado” en el momento más inoportuno, y mira con cara de poker a su alrededor, para encontrar miradas de desaprobación que no hacen más que aumentar su inseguridad.

   Y así me he visto yo en más de una ocasión, preguntándome “¿y ahora qué hago?” mientras mi gansi se retorcía como la niña del exorcista. Y como todavía me queda muchísimo que aprender, voy a relatar algunas situaciones típicas, para ver si alguien me puede dar algún consejo sobre cómo actuar en esos momentos.

   Situación 1: comida en grupo. Nunca me ha importado que mi gansi meta las manos en la comida y se embadurne. Problema: pretende “guarrear” con la comida de los demás y lo pone todo perdido en su intento de autonomía a la hora de comer. Lo que yo hago es asegurarme de que tiene a su alcance su propia ración de “comida embadurnable”, y si esto falla, pruebo con otras maniobras de distracción, a la vez que intento limpiar lo antes posible el desastre que va armando. Una buena idea es usar baberos que protejan la mayor superficie de ropa posible, y poner a su alrededor unas especies de mantelitos desechables, donde vayan cayendo todos los restos de comida, facilitando su recogida. He de aclarar, por supuesto, que con el tiempo cada vez guarrea menos.

   Situación 2: visita a una casa ajena o establecimiento comercial. En mi casa intento que todo lo que hay a su alcance se pueda tocar, pero claro, en las casas ajenas no es fácil conseguir que no quiera experimentar con algo que le llama la atención, y la frasecita “se mira, pero no se toca”, no es apta para edades tempranas. Así que intento darle algo llamativo que sí pueda tocar o centrar su atención en algo que le pueda parecer interesante y sí esté permitido, aunque reconozco que se genera bastante estrés.

   Situación 3: hiperactividad en lugar en que se espera silencio, como una consulta médica o una reunión. Lo más probable es que el chsssst no surta efecto, así que abandonamos la sala, ya que supongo que si mi peque se cansa o se aburre, obligarle a seguir allí en silencio puede ser toda una tortura.

   ¿Qué otras situaciones conflictivas se os ocurren y cómo las habéis solucionado? Con muchísimo gusto tomo nota.



2 comentarios:

  1. La verdad es que de momento no he tenido mucho problema, será que es tranquilote y poca cosa se le mete en los pantalones por no decirte nada... como dices, para mi es solo cuestión de distraer y de hacerle olvidar lo que estaba haciendo en otro momento. El atiende mucho a las palabras, y si me pongo a decirle cosas al oido se queda callado atendiendo (esto me sirve cuando tiene que estar un poco mas en silencio), buena opción salirse del lugar. Incluso cantarle alguna cosilla al oído. Tener algún juguetillo a mano, que no haya visto hace tiempo o que especialmente le guste.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Me lo apunto todo! No está mal tener un manual de actuación "en caso de emergencia".
      Precisamente hace poco me perdí, con todo el dolor de mi corazón, una interesante charla de Romina Alfieri (la puedes buscar en internet, y si quieres te paso el pdf de la charla) sobre cómo tener a los niños tranquilos...

      Eliminar