Aviso para corazones y estómagos
sensibles, y enemigos de lo escatológico: la fábula que voy a
narrar a continuación, si bien tiene como protagonista a un mojón,
no excede en detalles desagradables, obscenos o de mal gusto, es
simplemente la historia, basada en hechos reales, de un pobre mojón
que se perdió un buen día...
Erase una vez una familia:Papá Ganso,
Mamá Gansa, y su peque Gansi, que había tenido a bien dejar de usar pañales de forma prematura, pillando a sus pobres padres
desprevenidos. Éstos, presa del estupor por la corta edad de su
criatura, no se atrevían a retirarle el pañal, así que decidieron
llevar a cabo una especie de “baby led undippering” u operación
pañal guiada por el bebé, de forma que, al menos durante un tiempo,
el pañal estaba puesto en todo momento (por si las moscas) y se
quitaba con ocasión de usar el baño.
Gansi había adquirido, como por arte
de magia, la facultad para controlar sus esfínteres, y en el momento
en que reconocía que sentía una necesidad, daba el aviso a sus
padres que, sin la menor dilación, se dirigían raudos al excusado,
retiraban su pañal y cuando finalizaba la deposición lo volvían a
colocar, escépticos ante la idea de que se produjera una fuga
inesperada.
Una tarde, encontrándose Papá Ganso
en el sofá, víctima de la lumbalgia, vio Mamá Gansa que Gansi
había caído bajo el hipnótico hechizo de Dora la exploradora y
decidió que era un buen momento para darse una ducha rápida. Sin
embargo, nuestro amigo el mojón fue más rápido, y Gansi dio un
súbito aviso de “¡caca!”, a lo que Papá Ganso respondió:
“Mamá está a punto de salir de la ducha cariño, ¿puedes esperar
un poquito?”... “¡No! ¡caca! ¡caca!” apremió Gansi.
Procedió entonces el valiente Papá
Ganso a hacer acopio de todas sus fuerzas y llegó hasta baño con
Gansi lo más rápidamente que pudo, dadas sus circunstancias, le
retiró el pañal violentamente y depositó a su peque sobre el
inodoro justo a tiempo. O eso pensaba, ya que al bajarse Gansi, el
agua del fondo de la taza se veía limpia e inmaculada.
“Ha debido ser todo una falsa
alarma”, pensó Papá Ganso. Pero al higienizar de todas formas las
nalgas de su peque, halló un pequeño rastro fecal, y su
razonamiento hizo el resto. “¡Rayos y centellas! ¡Por aquí ha
pasado un mojón! Y si no está en el váter.... ¿Será que con la
tardanza en llegar ya se había escapado y estaba en el pañal?
¿Habrá aprovechado el excremento la violencia con la que retiré el
pañal, movido por la prisa, para salir volando?”
Entonces Papá Ganso golpeó el cristal
de la ducha, justo cuando Mamá Gansa ya estaba a punto de terminar.
“¡Date prisa Mamá Gansa! ¡Se nos ha perdido un mojón! ¡Hemos
de encontrarlo!”
Cuando Mamá Gansa comprendió lo que
debía haber sucedido, se dispuso sin más dilación a unirse a Papá
Ganso en la búsqueda. Durante horas estuvieron Mamá Gansa y Papá
Ganso inspeccionando cada rincón del baño, incluyendo el techo, en
busca del mojón perdido. ¿Qué había podido pasar? ¿Dónde se
había escondido aquel ñordo? Ahí estaban los dos, olfateando cuan
sabuesos el rastro del mojón, al que ya imaginaban escondido en el
más inhóspito rincón, burlándose de ellos y esperando a la
próxima limpieza del baño para salirles por sorpresa al encuentro.
Se veían enloquecidos, pensando que durante días entrarían en el
baño y les embargaría un hedor imposible de localizar.
Mientras tanto, Gansi observaba con
tremenda curiosidad a sus padres desde la puerta del baño, mientras
su madre se preguntaba si con tan corta edad sería sería capaz de
sentir vergüenza ajena. Aquella situación estaba siendo
surrealista... ¡el mojón no aparecía por ninguna parte!
“No puede ser” pensó Papá Ganso,
“tiene que haber una explicación”, y estrujándose la sesera un
rato, concluyó de repente “¡eureka! ¡ya lo tengo!”. Girose
Mamá Gansa hacia él, embargada por la felicidad y el alivio
“¿hallaste al fin la boñiga?”, a lo que el sabio Ganso
respondió cerrando los ojos y levantando el dedo índice con
semblante serio: “Ya sé lo que ha pasado: El mojón nunca llegó a
escapar, debió caer al agua del inodoro cuan rápido e insonoro
torpedo disparado hacia la tubería”.
¡Misterio resuelto!
Papá y Mamá respiraron aliviados.
Siempre recordarían aquél como el día en que, como un buen par de
idiotas, perdieron horas buscando en vano un mojón perdido en el
baño...
Y colorín colorado, este cuento se ha
acabado.
Jajajaja, no puedo parar de reirme porque a mí también me pasó algo parecido, salió del culete y ni rastro de él en el wc, no tuvo más remedio que esconderse dentro, porque misteriosamente desapareció.
ResponderEliminarJajjaja, os estaba imaginando como los de CSI en busca de pruebas, os faltaba el luminol! jajajaja.
Buenísimo!
Me has hecho reir un ratejo bueno.
Bss.
Jajaja la verdad es que no se por que estabamos tan seguros de que aquello había salido disparado.
EliminarMe alegra que te haya divertido
Un besazo!