Cuando acababa de tener a mi Gansi
estaba convencida de que a los bebés y a los niños había que
bañarlos todos los días. Me parecía algo indiscutible, algo
necesario para establecer las rutinas. Todos los días, a las 8, la
hora del baño.
Pues lo primero que aprendí es que los
horarios y las rutinas es algo que hay que ir implantando en los
niños gradualmente y a medida que cada uno va estando preparado para
ello. Los bebés recién nacidos no pueden tener horarios, por lo
menos mi bebé no.
¿Vas a bañar a un bebé “para que
se relaje” a las 8 de la tarde, ponerle el pijamita, darle de comer
y esperar que se duerma? Por lo menos en mi caso esto no servía y no
tardé en averiguarlo.
Quien ha tenido un bebé con cólicos (pero de los de verdad) sabe que las tardes son lo peor. En mi caso
era llegar las 6-7 de la tarde y entrarle a mi Gansi un llanto repentino y
absolutamente inconsolable, y eso que probamos de todo. Bañar a un bebé que
llora, grita y se retuerce como si tuviera fuego por dentro era de
todo menos relajante, y yo lo hacía porque creía que era
obligatorio.
Y si por casualidad se dormía sobre
las 8 menos cuarto (de puro agotamiento tras llorar), lo que menos me
apetecía era hacer cualquier cosa que perturbara su sueño y su
descanso, que en el caso de mi Gansi era el más mínimo roce. Mi
peque no ha sido nunca de esos bebés que les haces de todo mientras
duermen y no se despiertan (ni siquiera estoy segura de que estos
bebés existan), esos bebés que cuando duermen les cambias el pañal
o les vistes e incluso les bañas y ni se coscan. Por supuesto si se
me ocurría seguir adelante con la hora del baño el drama estaba
garantizado.
"¿A tí te parece que me estoy relajando?"
Entonces ¿para qué bañar a mi bebé?
¿Para que se relajara y se durmiera? Pero si no se relajaba lo más
mínimo, y a veces ya se había dormido. En niños ya más
grandecitos el baño ya sí puede ser parte del ritual que indica que
se acerca la hora de dormir, pero los bebés, especialmente los de
alta demanda, duermen en fracciones de mini siestas de duración y
horario indeterminados.
Sólo quedaba un motivo: la higiene.
Pero ¿se había ensuciado mi peque? Si la última vez que se hizo
pis y caca le lavé el culito con agua (sobre todo cuando empecé a
dejar de usar toallitas, por sus problemas de piel delicada, que ya
explicaré otro día), si aún huele a jabón y colonia, si no ha
sudado. ¿De verdad era tan necesario el baño? ¿Tanto compensaba
darle el sofocón o perturbar el sueño que tanto le había costado
conciliar?
Pues resulta que no, que no hay razón
(desde el punto de vista higiénico) para bañar a un bebé o a un
niño pequeño todos los días, y mucho menos a una hora determinada.
En el caso de los niños pequeñitos, basta hacerlo en días alternos
(a no ser que haya algún percance y estén cubiertos de mugre de
algún tipo), y en el caso de los bebés, cada 3 o 4 días es más
que suficiente, a no ser que tengan alguno de esos momentos
“explosión de caca” en los que de repente te encuentras a tu
bebé literalmente de caca hasta el cuello.
Y si no me crees prueba y verás. Ya me
hubiera gustado a mí saber estas cosas antes, pero por un lado mi
mente estaba cuadriculada con ideas preconcebidas, y por otro, todas
esas “visitas postparto” se marchaban “porque ya llegaba la
hora del baño” (reafirmando mis convicciones) o insistían en
quedarse a participar del precioso momento, y por supuesto después
de la primera vez ya no volvían, porque aquello de precioso no tenía
nada, eso era una tortura para madre y bebé, y dicho sea de paso,
para los tímpanos de cualquiera en 500 metros a la redonda.
Lo ideal, sobre todo para un bebé
pequeñito, es aprovechar un momento en que estén de buenas. En
algunos bebés será casi todo el tiempo, y en otros prácticamente
nunca. Y sea la hora que sea meterlos con suavidad en agua calentita,
utilizando un jabón muy suave, o nada de jabón, haciendo que ese
momento sea lo más parecido a una regresión a su estado uterino.
Algo muy útil para ello son las
bañeritas tipo “tummy tub”, de las que yo solía burlarme cuando
era Gansa Premamá, porque me parecía que se habían inventado la
mejor excusa para vender un simple barreño a precio de oro, y que yo
no metía a mi peque en un cubo.
Basta sujetarles la barbilla para que no bajen la cabeza
La verdad es que uno de los
inconvenientes de este tipo de bañeritas es que no duran mucho. No
pasa mucho tiempo antes de que tu bebé ya no quepa ahí, sobre todo
si tienes un bebé grandote (a mi Gansi ya le habría servido de
sombrero en 3 o 4 meses), pero antes de esto contribuyen a hacer del
baño una experiencia de lo más agradable.
Y es que de eso es de lo que se trata,
de que el baño sea agradable y relajante, no una obligación que
hace que todos pasen un mal rato. Porque, especialmente cuando los
bebés son pequeños, no contribuye a que asocien que se duerme por
la noche, por lo menos en mi caso no fue así en absoluto.
Es más, en el caso de bebés y niños
con piel delicada, el baño diario puede ser contraproducente. De
hecho, una de las cosas que más hizo mejorar la piel de mi Gansi
(más de los cientos de euros que me gasté en cremas varias) fue el
cambiar el baño de diario a días alternos.
No digo que no se lave a los niños,
más aún si se nota que les hace falta, sólo que no hay por qué
hacerlo a diario, pudiendo ser incluso perjudicial en determinados
casos. Los expertos dicen que incluso aumenta el riesgo de enfermedades e infecciones cutáneas (¿cómo te quedas?). Tampoco vas a lavar a tu peque una vez al mes porque no le
guste bañarse, que hay muchísimos niños que odian el momento del
baño por más que les cantes y les llenes la bañera de patitos,
pero por lo menos no les das el disgusto todos los días.
"Pues aquí se está de lujo..."