¿Qué entendemos por cosas de niños y
cosas de niñas? Hace un tiempo os hablé de una madre de 6 varones
que descubría con una sorpresa digna de un vídeo viral que estaba
embarazada de una niña. La señora bromeaba diciendo que no tenía
ni idea de cómo se cría a una niña, de qué llevan, qué cosas les
gustan o con qué juegan.
¿Criamos de forma tan distinta a niños
y niñas? ¿Nos preocupamos y disuadimos a nuestros varones si vemos
que les gustan cosas típicamente femeninas o a nuestras niñas si
muestran interés por aquello que consideramos masculino? ¿Tratamos
de imponerles una identidad de género? ¿Son saludables para su
desarrollo y percepción personal los roles que, a veces incluso sin
querer, les inculcamos que son propios de hombre o mujer?
En uno de los episodios del programa
Master Chef Junior amonestaron a uno de los concursantes por decir
que las mujeres sabían limpiar mejor que los hombres. Quizá ni
siquiera sus padres eran conscientes de que estaban imbuyendo esta
idea en su hijo con sus comentarios y actitudes.
Sé que este tema es bien serio, y da
para mucho reflexionar, así que me gustaría abordarlo en un tono
distendido y en ocasiones irónico, como suele ser mi estilo.
Cuando yo era Gansa Premamá me decía:
“Me da igual que mi bebé sea niño o niña, yo no voy a caer en
estereotipos de rosa y azul o juguetes sexistas...” Me temo
querida, que no hay quien se escape, pero eh, lo puedes intentar.
Si tienes una niña le vas a poner
vestidos y alguno será rosa, y si tienes un niño tendrá ropa de
todos los colores y seguro que algo azul pastel cae. Tampoco hay que
ser extremistas. Y si lo que quieres es que se note que tu bebé es
una niña, ya puedes embutirla en rosa pastel, ponerle unos
pendientes enormes y meterla en un carrito digno de Barbie que
alguien siempre te preguntará si es niño o niña.
Mi sentido arácnido me dice que este cuarto es de una niña...
Es triste pensar cómo desde tan
pequeñitos les vamos marcando las diferencias entre niños y niñas.
Lo que ocurre es que algunas de esas diferencias son más inofensivas
que otras. Una cosa es conducirles hasta ser estéticamente
distintos, que inevitablemente lo van a terminar siendo, y otra
inculcarles determinados roles.
Por ejemplo, que las niñas vean sólo
dibujos animados tiernos, jueguen a la cocinita y a las mamás,
mientras los niños ven dibujos más violentos y juegan con coches y
robots. ¿Lo hacen porque verdaderamente les gusta o porque nosotros
lo ponemos una y otra vez frente a ellos? ¡No! ¡Las niñas no
pueden ser brutas y los niños no pueden demostrar sus sentimientos!
(Y luego las mujeres nos quejamos de que no encontramos hombres
sensibles y empáticos).
Realmente no veo nada de malo en que un
niño quiera jugar a ser cocinero o papá, o una niña quiera ser
deportista. Y es que el mundo de los juguetes es para echarle de
comer aparte. Esto se evidencia sobre todo en los hipermercados
durante la época navideña y las grandes jugueterías en las que al
entrar nos golpea una dicotomía de rosa y azul, y pasillos enteros
de temática “femenina” y “masculina”.
Pero si os fijáis, aparte del cada vez
más vasto elenco de juguetes neutrales y educativos que tenéis a
vuestra disposición, vuestros peques también pueden jugar a juegos
que típicamente se asocian al sexo opuesto, la clave es el color y
el dibujo.
¡Si amigos! Nadie os mirará con
preocupación porque vuestra niña le de patadas a un balón si éste
lleva estampada a la Hello Kitty. Cualquier cosa se convierte
automáticamente en femenina si lleva una Hello Kitty y en masculina
si lleva un Spiderman.
Por ejemplo, al Ganso le encanta jugar
al escalextrix y cuando estaba embarazada me decía: “Ains, como
sea una niña no vamos a poder echar carreras...” y yo le
contestaba: “¡no hay problema! Le compraríamos un coche de Hello
Kitty”. Mi querido esposo ya daba por sentado que por ser niña no
le iban a gustar esas cosas, pero pareció que no le importó mucho
compartir su afición en caso de tener una niña si su femineidad no
se veía “amenazada”.
¿Y qué puede haber más femenino que
Kitty, Baribie o Minnie? Bueno, tengo que añadir que mi Gansi no
distingue entre Mikey y Minnie, a los dos les dice Mikey (debe pensar
que a veces al ratón le da por ponerse pestañas postizas, vestido y
lazo, y lo ve tan normal).
Y si a vuestro niño le gusta jugar a
algo tradicionalmente femenino, nada mejor para conservar su hombría
que llenarlo de pegatinas de Spiderman. Si pintáis un Nenuco de
verde, vuestro varoncito podrá jugar sin problema a ser papá, darle
el biberón y cambiarle el pañal al pequeño bebé Hulk.
Los fabricantes lo saben. Cuando
salieron aquellas pistolas Nerf tan molonas no tardó mucho en
aparecer posteriormente la versión femenina, porque las niñas
también querían jugar a eso, ¡claro que sí! pero ahora podían
hacerlo y a la vez ¡seguir estando fabulosas!
No creo que a ningún niño le vaya a
interesar de forma espontánea una especie de gato sin boca, pero ¿y
si una niña quiere jugar a ser el hombre araña? ¡Oh no! Bueno
quizá podríamos ponerle un traje de araña rosa, o jugar a la
princesa araña...
"Le ponemos un tutú y arreglao"
Y es que a veces son tan absurdas las
diferencias que les imponemos a nuestros hijos en lugar de dejarlos
ser ellos mismos y cultivar sus propios gustos e intereses...
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