Aaah aquellos tiempos en que dormía dónde, cuándo y cuánto
quería… Horas y horas de sueño ininterrumpido y aparte una siesta después de la
comida. Sí señor, yo era una dormilona.
Recuerdo de cuando era gansa premamá, que los papás y mamás
que conocía me decían siempre “duerme ahora que puedes” y yo asentía con la
mejor de mis sonrisas, pero por dentro pensaba “qué exagerada es la gente, por
favor”.
Algo tenía entendido de que los bebés se despertaban por la
noche, pero pensaba que se referían a que tenían un despertar por noche de vez
en cuando si tenían alguna pesadilla o estaban malitos, y que por norma general
dormían durante la noche. Sí señor, yo era una pazguata.
Incluso cuando la matrona nos explicaba en las clases de
maternidad que a los bebés que toman pecho al principio hay que darles tomas
muy frecuentes, yo inocentemente pensaba que aquello no incluía la noche. Y no, no me dio por informarme, simplemente daba mis ideas
por sentado y la realidad me golpeó en la cara como un balonazo.
Al principio pensaba que me había tocado el único bebé del
mundo que no dormía más de media hora seguida. A todos mis conocidos les
preguntaba si aquello era normal, y me decían que cuando tuviera tres meses y
se le pasara el dichoso “cólico del lactante” dormiría más, y yo me lo creía. Con
el paso del tiempo la causa de los despertares pasaba de ser atribuida a los
cólicos, a achacársele al brote de los dientes, o a que pasaba hambre y debía
darle más de cenar, y un sinfín de posibles causas.
Y así me pasaba la vida como un zombi, día tras día sin
dormir más de dos horas seguidas el día que había suerte, con unas ojeras de
Nosferatu hasta el suelo, un humor de perros y más despistada que un piojo en
la cabeza de una rana. Porque además, para colmo, como yo creía que los bebés tenían que dormir en su cunita (de lo que hablaré más adelante), cada despertar
suponía levantarme y estar entre 50 minutos y una hora aguantando el sueño para
luego luchar por volver a caer en los brazos de Morfeo los más rápido posible,
y en cuanto caía tocaba levantarse otra vez.
Cada vez que me despertaba pensaba, ya queda menos para los
x meses, pero x pasó de 3 a
4 y a 6 y siguió y siguió, hasta que ya no pude más y me puse a investigar sobre
el sueño de los bebés.
Lo primero que me encontré fue al Doctor
Estivil. De hecho en mi entorno había varios padres y madres que aplicaban el
método “duérmete niño” (todos mis respetos para ellos/as) y me aseguraban que no pasaba nada por dejar llorar a
los niños un poco y que era por su bien (¡si hasta era bueno para los
pulmones!). Y yo me sentía super mala madre porque la sola idea de dejar llorar
a mi criatura un solo minuto me horrorizaba. Además me llamaba poderosamente la
atención que aquellas afirmaciones tan tajantes (muchas de las cuáles me eran
de lo más familiares) no tuvieran ninguna referencia seria, con lo científica
que yo soy, ¿dónde estaba la bibliografía que diera apoyo a aquellas “verdades
de la vida”?
Pero me sentía tentada porque no podía seguir durmiendo como
un preso de Guantánamo con el cuchillo bajo la almohada, un ojo abierto y una
medio taquicardia pensando “que no se despierte, que no se despierte” y al oír el mínimo movimiento o respiración desacompasada sentir cómo me
aumentaban las pulsaciones y pensar “No! No! Ahora no! Que casi me había
dormido!”
Por suerte para mi pollito, antes de poner en práctica nada
de lo que había leído, quise contrastar la información y… vaya vaya! Pero lo que
descubrí sobre el sueño de los bebés lo dejo para otro post. (Intriga intrigosa!)
Y aunque lo supieras... nunca te habrías hecho una idea que se acercacara ni por asomo. Y mas si te toca un bebé que se despierta muchísimo. Pero bueno, después cuando sean grandes echaremos de menos esos despertares, jejeje. Aunque ahora mismo no lo creamos.
ResponderEliminarVerdad... cuando empiezas a oir el roce de las sabanas como se mueve, piensas eso, que no se despierte, y de mas sabemos que ya están despiertos!! Jajaja, pero una parte de nuestro cerebro reza ilusamente porque no sea así.
Lo mejor es cuando se van haciendo grandes y se despiertan y se ponen pegando su carita a la tuya mirándote fíjamente y tú haciéndote la dormida jajaja (nunca cuela verdad?)
Eliminar