Cada bebé es un mundo. Una madre de 10 hijos te podrá decir
que cada uno de ellos es diferente a los demás, y estas diferencias se notan
desde que nacen. ¿Y cómo puede ser un recién nacido tan diferente a otro si
todo lo que hacen es comer y dormir? Pues bien, podemos encontrar variaciones,
por ejemplo, en cuanto a:
El sueño: Hay bebés que duermen muchas horas seguidas, otros
echan siestas muy cortitas, y algunos apenas duermen nada.
La comida: Algunos bebés comen más cantidad en la misma
toma, o bien hacen tomas más frecuentes.
La piel: Los hay que la tienen mucho más delicada y propensa
a dermatitis y erupciones.
El llanto: Hay bebés que se quejan o gorjean y otros que
desde el primer momento que abren la boca lo que les sale es un torrente que se
oye a kilómetros.
Las alergias o intolerancias: tanto a ciertos tejidos de la
ropa, productos químicos, pañales, componentes de la leche como la proteína de
leche de vaca, etc.
(Y más etc.)
Así que nos podemos encontrar con un “bebé nenuco”, que es
como un muñequillo, todo el día dormidito, que come aproximadamente cada tres
horas (vamos, lo que toda madre primeriza espera o desearía tener), que duerme
durante toda la noche prácticamente desde que nace, y que no se entera de nada
de lo que pasa a su alrededor hasta los tres o cuatro meses (o más tarde), o
bien nos podemos encontrar con un bebé normal y corriente.
Aunque también están los conocidos como “bebés de alta
demanda”. Como lo normal es que un bebé llore, reclame a su madre, y no duerma
una noche entera durante muchos meses (o años), la mayoría de madres podrían
pensar “ah, pues el mío es de esos, de alta demanda, sí”.
Y es que tenemos un concepto tan equivocado de lo demandante
que se supone que tiene que ser un bebé que esperamos cosas de nuestros
pequeños que luego por supuesto no suceden, y podemos llegar a pensar que es
culpa suya, o nuestra porque no estamos haciendo bien las cosas.
Me he encontrado con historias de madres desesperaditas
porque su bebé no les duerme toda la noche ¡y ya tiene casi tres meses!...
venga, por favor…
O también: “es que no me aguanta las tres horas entre toma y
toma, se debe quedar con hambre porque a veces a las dos horas ya está
pidiendo”, y es que nadie nos ha explicado que todo esto es lo normal, que el ciclo
de sueño adulto se va desarrollando con el paso del tiempo, y que su
estomaguito es pequeño y la leche la digieren enseguida, con lo que es normal
que antes de que pasen un par de horas ya lo tengan vacío. No, para colmo lo
que oímos es que hay que “enseñarles a dormir” y ponerles un horario de
comidas.
Señoras que creen que tienen un bebé de alta demanda, les
aviso que lo más probable es que tengan un bebé de lo más normal, vamos, como
tiene que ser un bebé.
Un bebé altamente demandante es uno que necesita estar
enchufado a su madre prácticamente todo el tiempo, y si lo desenchufas lo oyen
llorar hasta en el extranjero. Es un bebé propenso a los gases y cólicos, con
reflujo gástrico, que llora durante horas sin que se le pueda consolar con
nada. Propenso a la dermatitis, que todo le pica, que necesita que toda su ropa
sea de algodón 100%, que todas las marcas de pañales le dejan el culete rojo.
Que te despierta de noche cada media hora (o menos), llorando como una fiera,
aunque duermas a su lado, y hace esto hasta mucho más allá del año.
Y lo que os estaréis preguntando es ¿es mi gansi un bebé de
alta demanda? Pues ni blanco ni negro. Durante sus primeros meses de vida casi
me aventuraría a decir que sí que lo era, y a partir de los seis meses, yo diría
que su nivel de demanda ha pasado de normal tirando a altito, a totalmente
normal, y cada día más independiente. Además, hay que tener en cuenta que los
bebés tienen “rachas”, y hemos pasado crisis de crecimiento que para mí se
quedan.
Así que madres, alegraos de tener bebés normales, no
esperéis de ellos cosas que van en contra de su naturaleza, por mucho que la
sociedad os prepare para esperarlas. Y sobre todo, dad gracias por la salud de
vuestros peques, porque un hijo enfermo o propenso a la enfermedad entraña un
sufrimiento que sólo entiende una madre.