domingo, 20 de julio de 2014

Enmadrados

   Se utiliza el término “enmadrado” para referirse, de forma despectiva, a niños que tienen “demasiado” apego con su madre. Yo misma, cuando era Gansa Premamá y veía a algún niño que, bajo mi punto de vista, se pegaba a su madre más de lo que yo consideraba normal, ya pensaba que algo andaba mal, o con el niño (que estaría muy mimado) o con sus padres, que lo sobreprotegían o algo estarían haciendo mal para que su criatura no fuera como los demás niños.

   Pero desde que fui madre, empecé a conocer las necesidades reales de los niños, que cada uno es diferente, y a ser consciente de las falsas expectativas que se nos generan a los padres, y entonces me empezó a parecer un término de lo más injusto. Ahora opino que el término “enmadrado” revela desconocimiento y falta de empatía por parte de quien lo emplea.

   Imaginemos una reunión, un día en el parque, o una fiesta de cumpleaños, en la que todos los niños juegan y se divierten, todos menos uno, que no se separa de su madre. ¡Está enmadrado! Bueno pues, ¿y si resulta que ese día estaba enfermo o se encontraba mal y simplemente no le apetecía jugar? ¿Y si es el único que no conoce a nadie y se siente inseguro? Con certeza el lugar más seguro que conozca sea junto a su madre. ¿Y si es un poco tímido al principio y sólo necesita algo de tiempo para soltarse? No lo sabemos, no sabemos nada sobre el niño, ni sobre su situación, quizá es incluso la primera vez en nuestra vida que lo vemos, pero parece que nos molesta verlo arrebujado en la falda de su madre y enseguida nos apresuramos a juzgar.


 Imagen de http://psicologialasrozas.com

   Además es un término del que yo creo que hoy en día se abusa demasiado. No sólo se lanza muy a la ligera, sin conocimiento de causa, sino que se emplea en niños cada vez más pequeños, incluso en bebés.

   Un bebé que llora y sólo se deja coger en brazos por su madre, con la que únicamente se calma, ya decimos que está enmadrado. Es normal que cuando un bebé pierda de vista a su madre se ponga nervioso o llore, es tan pequeño que no sabe que su madre (su fuente de alimento y la garante de su seguridad y de su vida) va a volver.

   Yo lo tuve que sufrir en mis carnes con mi Gansi, y me revolvía por dentro. Si por ejemplo íbamos a casa de algún familiar con niños, éstos estaban felices, jugaban y se movían (¡digo!, como que estaban en su propia casa), pero mi peque no se me despegaba, y si por algún casual me perdía de vista un instante, se ponía a llorar y llamarme, así que no tardó en sonar la voz de “¡uuuuuh, qué enmadramiento tieneeeee!”. He de decir que mi chiqui apenas tenía un año, y al parecer, ya se esperaba que deambulara felizmente sin su madre en un sitio que le resultaba extraño y que se relacionara abiertamente con personas que, aunque fueran familia, le parecían extrañas porque les veía poco. Y para postre supongamos que se acercaba la hora a la que solía dormir, y ya estaba pidiendo tetita y calorcito para cerrar los ojos.

   Pero queremos que los niños sean independientes, y cuanto antes empiecen a serlo mejor, y pensamos erróneamente que cuanto más dependientes y apegados sean de pequeños, más lo serán conforme vayan creciendo, cuando es justamente lo contrario.

   Los bebés dependen por completo de su madre, es lo normal, es para lo que están genéticamente programados. Ellos no distinguen si están a salvo en una mullida cunita o en medio de la selva tropical, no saben si su madre está al otro lado de la puerta o a un kilómetro, no saben si van a estar solitos un minuto o para siempre, ni siquiera son conscientes de que otra persona que no sea su mamá puede proporcionarles alimento y cobijo.

   Cuanto más intentamos que se “acostumbren” a estar solos, más alimentamos esa inseguridad. De hecho, hay estudios que respaldan que aquellos niños a los que más se les ha satisfecho su necesidad de apego en edades tempranas, luego son los más independientes, porque son los más seguros. Recomiendo este interesante artículo de crianza autorregulada sobre el apego, así como sus referencias.
 
   Me gusta especialmente cuando hace mención a la independencia real y ficticia, porque a veces pensamos que los bebés son más independientes si se duermen solos, si se calman solos, o hasta si sujetan el biberón solos (“eah, un trabajo menos para la madre”).


 "Hasta me cambio el pañal solita..."


   Creo que la clave está en saber reconocer la dependencia natural de los niños, en tratar de ponerse en su lugar, de entender por qué actúan como lo hacen.

   Más enlaces de interés sobre apego:

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente de acuerdo contigo. Creo que muchas veces nos olvidamos de que son bebés o niños y los queremos tratar cómo adultos, bss!

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    1. Es así, por desgracia... Un poco más de comprensión y empatía de vez en cuando no vendría mal, solo que a veces se hace tan duro... Me da una penita cuando me doy cuenta de que espero cosas de mi peque que por su edad aún no le corresponden... ains...
      Muchas gracias por comentar!
      Besitos!

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