El embarazo produce cambios
indiscutibles en nuestro cuerpo, pero como cada mujer es diferente, a
cada una nos cambia de una manera distinta. Si bien hay mujeres que
notan un aumento considerable del tamaño de los pechos, en mi caso,
mis pechos estaban exactamente igual (al menos hasta antes del
parto), lo que sí me creció fue el trasero.
Antes del embarazo no era precisamente
Jenniffer López. Si hacía más ejercicio tenía unos glúteos más
redondeados y en forma, y si me pasaba una época de estar mucho
tiempo sentada, se ensanchaban y aplanaban (vamos, lo que se dice un
“culo carpeta”).
Pero cuando me quedé embarazada se me
inflaron las nalgas hasta quedar fuera de control. Sí, literalmente,
me iba chocando con los muebles y los marcos de las puertas, tirando
todo a mi paso, vamos que era “culozzilla”.
Por no hablar de la dificultad para
retener los gases. Es humillante y te llena de impotencia no poderte
contener. Quizá sea algo relacionado con el suelo pélvico porque
después del parto, durante una época fue a peor.
Hay mujeres que cuando se quedan
embarazadas sólo les engorda la barriga, como si se hubieran tragado
un balón, y el resto del cuerpo está prácticamente igual, y otras
nos deformamos como morcones, y nos preguntamos, al mirarnos al
espejo, cómo quedaremos después, qué secuelas quedarán para
siempre.
¿Cómo quedará mi cuerpo? ¿Se me
descolgará el pecho? ¿Se quedarán mis caderas anchas? ¿Volverá
mi vientre a ser plano? Etc etc...
Por desgracia, es imprevisible. Si la
mujer no ha estado embarazada antes no podrá hacerse una idea de su
capacidad de recuperación, y si ya lo ha estado se preguntará si
después del siguiente hijo, a su cuerpo le pasará como con el
primero.
Pues el cuerpo femenino tiene una
capacidad de recuperación pasmosa, si tenemos en cuenta la increíble
transformación que sufrimos para lograr albergar una vida en nuestro
interior, pero una vez más, depende de cada una.
Hay un importante componente genético
involucrado: la elasticidad de nuestra piel, la propensión a
acumular grasas, la facilidad para variar de peso. Al igual que a
cada una nos vuelve la fertilidad un tiempo diferente después del
parto, cada una tardamos un tiempo diferente en recuperarnos
físicamente.
Por eso hay mujeres que a la semana
parece que nunca estuvieron embarazadas, y otras que casi un año
después aún le siguen preguntando que para cuándo cumple.
Evidentemente también varía la cosa
según lo que pongamos de nuestra parte, pero la maternidad no nos
suele dejar mucho tiempo para ir al gimnasio, hacer algún tipo de
actividad física que no involucre al bebé/niño, y a veces ni
siquiera comer sentada. Aunque algunas se buscan alternativas, como
intentar hacer gimnasia con tu bebé,
aunque ya os digo que con todos los bebés no se puede hacer esto,
especialmente con los más demandantes.
Y es normal que nos miremos al espejo
en algún punto del embarazo o postparto y no nos reconozcamos:
“Estos no son mis pechos de siempre”, “antes no tenía así los
muslos”, “este culo no es el mío, por favor”.
Muy difícilmente vamos a recuperar la
plenitud de nuestro cuerpo, pero esto no tiene por qué ser algo
negativo. Aunque esta sociedad sea dura con el aspecto físico de la
mujer, debemos ser nosotras mismas las que iniciemos un cambio de
mentalidad, llevando con orgullo cada una de las secuelas y
cicatrices que nos ha dejado nuestra maternidad, porque tenemos un
premio muy grande que son nuestros hijos.
Vale que quizá mi vientre ya no es
como antes (recomiendo encarecidamente visitar: documental vientre de mujer),
que aún temo cómo quedarán mis pechos después de la lactancia, y
que mi trasero, que se infló como los globos, sufrió el mismo
efecto que éstos al desinflarse, y con la pérdida excesiva de peso
que experimenté, quedó como una aspirina porque ya más para
adentro no se podía ir (desnalgadita perdida), pero es que he sido
madre. Me he inflado, he retenido líquidos, mis órganos se han
desplazado de su sitio y mis huesos se han movido para que yo pudiera
crear una vida que durante un tiempo he alimentado exclusivamente con
mi propio cuerpo. Por no decir que mi único gimnasio han sido noches
y noches en vela, levantamiento de Gansi (con aumento de peso
progresivo), tener que estar tumbada durante horas cuando no me
apetecía o tenerme que levantar mil veces de donde estaba tan
cómodamente sentada, jugar, arrastrarme, saltar, sacando fuerzas de
donde pudiera.
Imagen de: http://www.informador.com.mx/suplementos/2013/468293/6/el-cuerpo-post-parto-al-desnudo.htm (lectura recomendada: "A Beautiful Body" de Jade Beall)
No necesito que parezca que no he
estado embarazada nunca, no necesito que la gente me mire y me diga
“cualquiera diría que has sido madre”, o como a las famosas: "admiren su increíble y rápida recuperación", si se nota, pues que se
note, no me avergüenzo para nada.
Hola Gansa!
ResponderEliminarTengo que confesar que yo fui una afortunada y sólo eche barrigota, por lo demás engordé poco, de hecho me quedé fenomenal después del parto, aunque dos años y medio después estoy más gorda que nunca por el estrés y ansiedad de la conciliación de mi vida profesional y personal, a mí me da por comer, no soy de esas que se le cierra el estómago (ojalá).
A mi Guinda le dí el pecho poco tiempo (tres meses) pero se me quedó muy mal, o eso pensaba yo, pero creo que se ha recuperado, parece que se han puesto más firmes, eso sí, no sé si es por el aumento de peso.
Pero tengo que decirte y apoyarte en ésto, la mejor modificación de tu cuerpo sin dudas es por haber tenido un hijo, al final el cuerpo se puede mejorar con ejercicio o dieta o no mejorarlo si no quieres, pero la mejor vivencia del mundo, es haber sentido crear vida en tu interior y verlo crecer a tu lado.
Vivan los culos gordos Gansa!!!!
¡Qué suerte chica!
EliminarEs curioso como una vez que somos madres parece que nuestro cuerpo responde de otra manera a las pérdidas y ganancias de peso, aunque tampoco tenemos ya la misma edad que antes... jajaja
¡Y que vivan los embarazos panderiles! XD
Gracias por comentar
Un beso!
Estoy de acuerdo contigo, nuestro cuerpo se modifica con la maternidad pero debemos sentirnos contentas por el gran regalo que nos dió la vida, nuestros hijos, bss!
ResponderEliminarClaro que si! Si es que no merece la pena amargarnos por tratar de ocultar algo de lo que debiéramos enorgullecernos...
EliminarGracias por pasarte!
Un beso!