Antes que nada, quisiera decir que en
más de un año que tiene mi blog no he fallado una sola semana en
publicar, pero esta vez la gripe ha podido conmigo y con todos los
habitantes de mi casa... y presentadas mis disculpas quisiera abordar
un tema que quizá no todo el mundo comparta, e incluso a algunas
personas pueda parecerles una chorrada, pero también puede que más
de uno se sienta identificado, y me viene que ni pintado para ir
calentando motores de cara al próximo Halloween.
Mucha gente piensa que los niños
tienen como un sexto sentido, una pureza especial que les hace ver
cosas que los demás no ven. Dependiendo de lo que uno/a crea en lo
sobrenatural (y de las películas de terror que se haya visto), le
concederá más o menos importancia al asunto, pero incluso los más
escépticos encontrarán algún momento en su vida en que su peque
hará o dirá algo que les producirá escalofríos, porque los niños
pueden llegar a dar muy mal rollo.
“Pfffff... ¿en serio? Yo soy una
persona tremendamente racional, no me voy a asustar por cualquier
cosa, seguro que todo tiene una explicación”. Bueno Gansa Premamá,
es verdad que a ti no te va a pasar mucho, pero alguna vez sí que no
vas a poder evitar sentir que se te pone la piel de gallina.
Como muchas otras mujeres, viví mi
cuarentena pasando muchísimas horas en casa a solas con mi peque, y
del encierro a veces surge la paranoia, así que no era raro que se
me erizara el vello cada vez que mi bebé se quedaba mirando con
mucho interés al techo y de vez en cuando sonreía, vete a saber a
qué, quiero pensar que a una sombra.
Un bebé que mira con atención hacia
un sitio en el que no hay nadie ni nada en movimiento, da mal rollo,
y si encima señala y se echa de repente a reír, ni te cuento.
Pues cuando se hacen mayores y empiezan
a hablar, la cosa no mejora precisamente. Con su imaginación
desbordante nos sueltan perlas a las que es mejor no buscarles
interpretación alguna.
Por ejemplo, mi Gansi despertó un día
con un eccema muy raro en una piernecita, y cuando le pregunté
“Cariño, ¿cómo te has hecho esto?” Su respuesta fue “me lo
ha hecho un cocodrilo malo, era negro, más grande que mamá y con
muchos dientes...” Casi lloro...
Ya lo sé, puede ser que haya visto
demasiadas películas tipo El Resplandor o El Sexto Sentido, pero es
propio de nuestra naturaleza el sentir esa especie de atracción por
aquello que no sabemos explicar, y por ahí circulan historias, la
mayoría falsas, no lo dudo, sobre cosas que hacen o dicen los niños,
que mejor no tratar de encontrarles explicación alguna:
Para los que creen en la reencarnación,
hay quien dice que algunos niños conservan recuerdos de su vida
anterior y los revelan en frases escalofriantes:
Y espera a que tu peque tenga un amigo
imaginario, si has visto la saga de Paranormal Activity te darán
ganas de salir pitando...
¿Y vosotros? ¿Qué importancia le
dáis a esas veces en que vuestros peques se quedan mirando al vacío
como si estuvieran viendo el espectáculo más interesante del mundo?
¿Y cuando les sorprendéis hablando “solos”? ¿Y cuando os
cuentan historias para no dormir? ¡Qué yuyu!
Ufff, la verdad que prefiero no pensarlo porque me da muchisimo miedo. Justo hace unos días mi hermana me comentaba sobre los amigos imaginarios de los niños y le dije que se callase porque se me erizaba el vello.
ResponderEliminarExacto! Mejor no darle muchas vueltas...
EliminarGracias por comentar!