“Por llorar un poco no le pasa nada.”
“A mí me dejaban llorar y yo he salido muy bien”. “A los niños
hay que dejarles llorar un poquito porque si no, no te dejan hacer
nada”. “¡Pero si es bueno para los pulmones!”.”Le estás
educando, le estás enseñando que no siempre se puede tener lo que
uno quiere”. “Le haces independiente”. “Le enseñas a
dormirse sólo”... ¿Quién no ha oído frases como éstas? Yo al
menos, toda la vida, y así es normal que creyera que el llanto era
algo positivo para los niños, o por lo menos inocuo, pero nada más
lejos de la realidad.
Como ya comenté hace un tiempo, todos los niños lloran, por mucho que queramos evitarlo. Lloran porque es
su forma de hacernos saber, puesto que no pueden expresarlo con
palabras, que se encuentran mal o que necesitan algo, ya se alimento
o simplemente contacto y cariño. Y por si esos momentos de llanto
inevitable no fueran suficientes, en ocasiones se les deja llorar
por alguno de los motivos anteriores.
Pero ¿de verdad no les pasa nada por
llorar? Aquí vienen muy bien explicados los efectos negativos del llanto
prolongado en el cerebro, tanto a corto como a largo plazo. Después
de esto, poco queda que decir. Así que por llorar sí les pasa algo,
que a la larga se ve perjudicado su desarrollo cerebral y emocional,
y en definitiva, que sufren y pasan por un estado de estrés
indescriptible, y una mezcla de sensaciones de abandono, desamparo e incluso
miedo a una posible muerte inminente, ya que su cerebro interpreta
que lo han dejado solo e indefenso para siempre. ¿Cómo no
impedirlo, si tenemos la oportunidad?
Para mí existen pruebas suficientes
que demuestran que no se debe dejar llorar a los bebés, pero aunque
no las hubiera, es más, aunque existieran estudios científicos que
corroboraran que el llanto no deja secuelas en el niño, aún así no
dejaría llorar a mi peque.
Mi gansi ha llorado mucho en su corta
vida, muchísimo, y cada llanto suyo ha sido como una puñalada para
mí. Ya comenté que tuvo cólicos, y cuando empezaba a llorar,
entraba en modo “alarma nuclear”, y no paraba hiciéramos lo que
hiciéramos, durante horas. Esto me hacía sentir tanta frustración
y, sobre todo, impotencia, que al final terminaba llorando yo
también.
Shakira sabe de lo que hablo...
Cuando los niños se ponen malitos, o
les duele algo, es descorazonador. Más de una vez mi gansi me ha
llamado a gritos, con lágrimas en los ojos, a pesar de que estaba en
mis brazos o en mi pecho, suplicándome que aliviara su malestar, y
lo que yo hubiera dado por tener ese poder...
Se supone que nuestro cerebro está
diseñado para responder de forma especial al oír el llanto de un
bebé, incluso parece que se ha detectado respuesta en el cerebro de
pacientes en estado vegetativo,
y curiosamente el cerebro de hombres y mujeres responde de manera diferente,
y por eso es habitual que las madres se despierten ante el mínimo
gorjeo de su criatura, aunque estuvieran en fase de sueño profundo,
mientras que el padre ni se entera.
A pesar de que en teoría, la respuesta
al llanto es algo que el ser humano tiene arraigado en su cerebro más
primitivo, parece que hubiera personas capaces de hacer oídos sordos
al llanto de su criatura (lo contrario de aquello para lo que nos ha
preparado la evolución), o quizá deseen intervenir pero crean que
no deben hacerlo, por convicciones sociales, pero en mi caso, si
tengo que hacer caso a mi instinto, no puedo, no soy capaz de
quedarme impasible sabiendo que mi bebé necesita algo que no le
estoy dando, porque para mí no represente una necesidad real o
importante, mientras que para el bebé todas sus necesidades tienen
la misma importancia. Y soy menos capaz sabiendo que si le dejo llorar, le
estoy haciendo a mi peque un daño, probablemente irreparable.
Así que no, no dejaría llorar a mi
bebé si tengo la oportunidad de evitarlo, porque sé que sufre,
porque sé que no es capaz de comprender por qué mamá no le
atiende, y no quisiera que sintiera que nadie le quiere o que sus
necesidades no son importantes, pudiendo esto afectar a su
autoestima. Y también porque yo sufro, porque mi instinto me dice
que es mi papel aliviar la angustia de mi bebé, porque mis oídos y
mi cerebro están diseñados para detectar y reconocer su llanto
incluso a distancia o con puertas cerradas, incluso cuando estoy
dormida, y porque su sonrisa es lo único que necesito para olvidarme
de todos los problemas.
Además, puestos a llorar, mejor que
sea de risa, ¿no?