domingo, 1 de septiembre de 2013

El reloj biológico

   El reloj biológico existe, doy fe. Es esa parte irracional de tu cerebro que hace que sólo pienses en una cosa: “ser mamá”. 


   Supongo que es más fuerte en unas mujeres que en otras, y por lo general se aviva cuando se llega a cierta edad. Algunas consiguen tenerlo más o menos controlado, arrinconado en una esquina de su pensamiento y amenazado con un machete, para dar prioridad a otros aspectos de la vida.



     Pero cuando te habla, da igual lo que le digas, tiene argumentos para todo.


-“Pero es que a mí ni siquiera me gustan los niños”

-“¡Da igual! ¡Los tuyos sí te gustarán! Gira la cabeza y mira esa mamá con su retoño, qué felices se ven…” “Ignora a ese que patalea en el suelo y chilla”.


   Y encima tiene aliados. Cuando tienes pareja siempre hay alguien que te saca el tema. De los creadores de “¿Y pa cuando la boda?” llega “¿Y pa cuando os animáis eh?” (codazo, guiño, codazo, codazo).


   Cuando te suena el reloj, te da igual la economía, la superpoblación, tus planes de futuro, tu carrera profesional, e incluso tu edad. Cuando llega te susurra todo el tiempo “si tu puedes con tó mujer, y lo bonito que sería”. (suspiro)


   Ni siquiera los hombres se libran de él, aunque en ellos puede ser algo diferente. Puede aparecer, por ejemplo, en aquellos hombres para los que no tener descendencia supone un agravio a su masculinidad, y a los que los amigachos del bar torturan desde que se casó diciéndole “¿Todavía no hay polluelo? ¡Pues no funciona el mochuelo!”


   Y una vez que tienes a tu peque entre los brazos, desbordada de amor, pero también de trabajo, miedos y dudas, y con el recuerdo de los dolores del parto todavía fresco, ya crees que el reloj se ha callado al fin…

¡Pero no! Sólo está latente un tiempo y vuelve a aparecer. Pero esta vez lo estás esperando con la escopeta bien cargada.


-“¡Alto ahí, amigo! ¡Que ya tengo bastante! Yo en tu lugar me estaría calladito un rato más, querido. Además, aún doy el pecho y recién estoy empezando a recordar lo que era dormir 6 horas seguidas. Anda y no vuelvas hasta el año que viene por lo menos.”

- “Tú verás. ¿No quieres un hermanito para tu peque? Con lo bonito que es eso… Y date prisita para que no se lleven mucha edad, eh. Yo no digo nada, pero se te pasa el arroz.” (Hijo de su madre…)


   Y ahora llegan los aliados. ¿Tienes un peque que ronda los 2 añitos? Prepárate para un constante: “¿Y pa cuando el hermanito?”, si no te lo empiezan a decir incluso antes (hay quien osa planteártelo cuando te hace la visita al hospital).


   Ya hablaré más delante de lo canutas que las pasé el primer año de vida de mi peque, y no sé si estoy preparada para volver a pasar por eso, aunque mi reloj intenta tranquilizarme diciéndome que la próxima vez será diferente, me guiña un ojo y me dice: “Tú tranquila, si ya eres toda una experta”.


   Ya me he hecho a la idea de que tendré que convivir con el reloj biológico, porque va a estar ahí pese a todo. Así que me veré irremediablemente en la encrucijada que supone tener que elegir entre hacer caso a la razón o al dichoso reloj, y no ayuda mucho que al ganso se le caiga la baba cada vez que ve una familia numerosa…






2 comentarios:

  1. Lo que me he reído con lo del polluelo... sí que es verdad eso de que estando ingresada en el hospital te digan "¿para cuándo el hermanito?" ¿Te puedes esperar a que me cicatrice las costuras por lo menos? Jesús... jajajaja.
    El reloj biológico siempre te dirá otro otro otro!! Hasta que ya calle para siempre. Soy de la opinión de que unos cuatro añitos hay que dejar pasar, por el bin de nuestra integridad...

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    1. Jajaja, es que si te lo dicen en medio de las contracciones les puedes arañar la cara XD.
      Sí, qué difícil es tenerlo calladito ese tiempo jejeje.

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